En un discurso sorprendente, el Papa ha instado a la iglesia a enfrentar de frente "la vergüenza de los abusos a menores" y ha demandado una resolución contundente de este "delito", reconociendo la continuación de esta problemática dentro de las estructuras eclesiásticas.
Durante su visita a Bélgica, el Pontífice expresó su preocupación por la existencia de este delito en la propia Iglesia, enfatizando la necesidad de humildad, perdón y acciones concretas para evitar su repetición. En un acto de transparencia, el Papa abordó este tema tan delicado en sus primeras palabras en el Castillo de Laeken, lugar emblemático de la realeza belga.
A su arribo a Bélgica, el Papa fue recibido por el Rey Felipe y se refirió al caso de los miles de bebés separados de sus familias para ser adoptados con la complicidad de la Iglesia católica entre 1945 y 1980. Este escándalo, conocido desde 2015, fue abordado con pesar por el Papa, quien denunció la práctica de adopciones forzadas como un fenómeno trágico y condenable.
El Sumo Pontífice reconoció la gravedad de los abusos a menores y afirmó que la Iglesia está trabajando con determinación para enfrentar este problema, brindando apoyo a las víctimas y promoviendo programas de prevención a nivel global.
En un contexto en el que la credibilidad de la Iglesia en Bélgica ha sido afectada por escándalos de abusos sexuales, el Papa se encontró con una realidad compleja en la que la mitad de la población se identifica como católica, aunque un porcentaje significativo no asiste regularmente a misa.
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