VALÈNCIA, 28 de octubre. A un año del devastador episodio provocado por la DANA en Valencia, las vidas de innumerables residentes en la zona más afectada experimentaron un cambio radical. Negocios con historias familiares centenarias y nuevos emprendimientos que apenas comenzaban a florecer se vieron forzados a detener su actividad y hacer frente a las intensas labores de limpieza y reconstrucción.

A día de hoy, muchos de estos pequeños comercios han renacido en nuevos espacios, han aprovechado la oportunidad para modernizar sus instalaciones y han reinventado sus ofertas, siempre respaldados por la lealtad de sus vecinos. En las historias documentadas por Europa Press, los empresarios destacan la importancia del apoyo comunitario en su proceso de reinvención ante la adversidad.

Un claro ejemplo es el de Nawal Sabrí, quien, junto a su esposo, había estado manejando un horno tradicional en Alcosa, Alfafar, desde hacía tres años. Luego de la DANA, Sabrí vio cómo su negocio quedó "completamente devastado". En momentos de incertidumbre, sintió que no podría recuperarse, pero el estímulo y apoyo de la comunidad la motivaron a seguir adelante y a transformar su espacio.

Con el deseo de aportar algo nuevo al barrio, Nawal tomó la valiente decisión de convertir su antiguo horno en una cafetería-pastelería moderna. "Hacia falta un lugar donde las familias pudieran disfrutar de un ambiente agradable y productos innovadores sin necesidad de desplazarse hasta la ciudad", afirmó Sabrí.

Al mirar atrás, Sabrí refuerza su creencia de que aquella decisión fue la correcta. Aunque la gente la considera valiente por arriesgarse en una zona vulnerable a inundaciones, ella mantiene una actitud positiva, convencida de que "lo que tenga que suceder, sucederá". Además, siente que su conexión con los vecinos ha sido más profunda desde entonces, destacando que ahora forman parte de una misma comunidad.

En Picanya, la DANA dejó a la Ferretería Moreno en una situación crítica. Su directora, Elena Moreno, relató que el local tuvo que ser limpiado y reconstruido completamente. Con la ayuda de su equipo, quienes trabajaron arduamente en un momento en que otros profesionales escaseaban, lograron revitalizar la ferretería con un diseño más moderno y accesible.

Elena reconoció que la transición hacia este nuevo enfoque estaba pensada incluso antes del desastre, pero en ese contexto ofreció la posibilidad de reinvención. Agradecida por el apoyo de la asociación de comerciantes del municipio y los muchos voluntarios que se unieron a la causa, lamenta, sin embargo, que las administraciones no respondieran con la misma premura.

Emocionada, Elena afirmó: "Esta empresa es el legado de mis padres y cuando tu vida gira en torno a esto, no puedes rendirte". Ha sido un camino duro, que ha puesto a prueba su fortaleza y resistencia. Sin embargo, mantiene la esperanza de que a largo plazo, las ventas se estabilicen y el negocio prospere nuevamente.

Rafa Selví, de la pastelería Selví Horno y Pastelería en Aldaia, también comparte un viaje de desafíos tras la DANA. Aunque el negocio estaba en buen estado antes de la tormenta, los gastos imprevistos los llevaron a lanzar una campaña de crowdfunding que les permitió recaudar fondos para continuar. Confía en que este cese forzado les brindó la oportunidad de innovar mientras preservan la esencia de su tradición pastelera.

Con planes de reabrir en el aniversario de la DANA, Selví anhela organizar un evento que simbolice el cierre de un capítulo difícil y el inicio de uno que traerá consigo renovación y esperanza. "Este es el negocio donde mi padre ha trabajado toda su vida y su legado merece continuar", expresó con convicción.

En Aldaia, Vicente Carcelén revive la historia de su floristería, Carcelén Flors & Events, arrasada por la DANA durante un periodo crucial. Tras la pérdida total de su local, Vicente se trasladó a un nuevo espacio, aunque las deudas y la carga emocional persisten. Reflexiona con tristeza sobre la falta de apoyo gubernamental en tiempos de necesidad, sintiéndose aún lejos de una verdadera recuperación.

En Paiporta, Ángeles Jerusalén, de Lencería Ángeles, comparte la sensación de que la DANA sigue presente en su día a día. Reabriendo casi dos meses después del desastre, siente el impacto constante de los acontecimientos en su negocio. Aunque ha tenido el respaldo de subvenciones, reconoce que aún hay un largo camino por recorrer para una recuperación efectiva en la comunidad, especialmente cada vez que las lluvias comienzan a caer.