El Informe Net Zero Economy Index 2024, elaborado por la consultora PwC, reveló que en 2023 España logró reducir en un 7,4% la intensidad de emisiones de CO2 con respecto al año anterior. Esto sitúa al país ibérico por debajo de la media mundial en emisiones de CO2 por unidad de PIB, lo cual es un logro destacado en la lucha contra el cambio climático.

En comparación con otros países, España se encuentra muy alineada con la media de la Unión Europea en cuanto a su intensidad de emisiones. Sin embargo, aún existen desafíos por delante para acelerar el ritmo de descarbonización y cumplir con los compromisos del Acuerdo de París y el PNIEC, según el socio responsable de Sostenibilidad y Cambio Climático en PwC, Pablo Bascones.

El informe también reveló que a nivel mundial, la reducción en la intensidad de carbono fue tan solo del 1,02% en 2023, lo que indica un estancamiento en los esfuerzos por desvincular el crecimiento económico de las emisiones de carbono. Se necesitará un aumento significativo en la tasa de descarbonización para limitar el calentamiento global a 1,5ºC respecto a la era pre industrial.

Además, se destaca que la demanda de energía sigue superando la adopción de energías renovables, lo que lleva a un aumento en el consumo de combustibles fósiles. A pesar de que las energías renovables se proyectan como la mayor fuente de electricidad en 2025, se advierte sobre la importancia de mejorar la eficiencia energética y la gestión de la demanda para evitar una dependencia continua de los combustibles fósiles.

PwC señala que es crucial reducir la intensidad energética y gestionar eficazmente la demanda para acelerar la acción climática. Se destaca que la tecnología actual puede permitir reducir las necesidades energéticas del planeta en un 31%, lo que podría traducirse en un ahorro anual de hasta 2 billones de dólares si se implementan medidas a gran escala.

Por último, se resalta la disparidad en las tasas de descarbonización entre países desarrollados y en desarrollo, lo que subraya la necesidad de un mayor apoyo financiero para garantizar una transición justa. Los países en rápido proceso de industrialización enfrentan desafíos adicionales sin los recursos de las naciones más desarrolladas, lo que destaca la importancia de la solidaridad y la colaboración internacional en la lucha contra el cambio climático.