Israel enfrentó un feroz ataque este martes, el segundo en pocos meses, lanzado por Irán en represalia por la muerte de importantes líderes de grupos como Hamás y Hezbolá. La Guardia Revolucionaria iraní justificó los bombardeos masivos como una forma de vengar a Ismail Haniye y Hasán Nasralá, fallecidos en atentados anteriores.
Desde la muerte de Haniye, las autoridades iraníes habían advertido que responderían a la agresión. El Gobierno de Estados Unidos alertó sobre un ataque inminente, y en pocas horas las Fuerzas de Defensa de Israel confirmaron el inicio de los ataques.
Las alarmas se encendieron en todo Israel, con la población refugiándose ante la amenaza de proyectiles. En una hora, los cielos se llenaron de misiles, algunos interceptados por la Cúpula de Hierro, el sistema antiaéreo israelí.
El presidente Joe Biden ordenó a las Fuerzas Armadas de EE.UU. colaborar en la defensa, mientras Jordania, Irak e Israel cerraron su espacio aéreo. A pesar de todo, no se reportaron daños graves ni víctimas mortales, solo heridos leves.
Irán, a través de la Guardia Revolucionaria, reivindicó la autoría de los ataques, advirtiendo a Israel sobre posibles represalias si responden a sus acciones. En Irán se celebraron concentraciones en las calles mientras que en el Líbano también se percibieron muestras de apoyo a Hezbolá.
La Guardia Revolucionaria amenazó con "ataques aplastantes" si Israel responde a sus acciones, reiterando que consideran sus acciones en línea con el Derecho Internacional. La misión de Irán ante la ONU también emitió una advertencia a los estados regionales y partidarios de Israel para que se mantengan alejados del régimen sionista.
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