La alimentación como arma bélica: una amenaza para la estabilidad mundial.

La alimentación como arma bélica: una amenaza para la estabilidad mundial.

El hambre presenta diversas formas a lo largo de la historia y afecta a múltiples personas. Aunque se ha tratado principalmente como un problema ético o de cooperación al desarrollo, estas medidas no son suficientes. El Instituto de Tecnología y Desarrollo y Acción contra el Hambre han publicado el último número de la Revista 17, titulado 'Hambre cero y gobernanza global. Claves para un mundo sostenible', donde se destaca la importancia de abordar tanto los aspectos estructurales como humanitarios del hambre y se resalta la conexión entre esta crisis alimentaria y la inseguridad y falta de estabilidad a nivel global.

El hambre es una evidencia clara de las deficiencias en el funcionamiento de las instituciones públicas, lo cual afecta directamente a la estabilidad mundial. Además, existe una estrecha relación entre el hambre, los conflictos y la seguridad a nivel global. En situaciones de violencia, ya sean guerras o no, el hambre se utiliza como una forma de someter a la población, promover la adhesión y capturar recursos para el esfuerzo de guerra. Estas tácticas no solo causan daño a las comunidades, sino que también contribuyen a intensificar y perpetuar la violencia.

Un ejemplo alarmante de esta situación se puede observar en Gaza, donde la población está sufriendo las consecuencias de una guerra en un área urbana con una alta densidad de población. Diversas estrategias, como la limitación en la entrada de ayuda humanitaria o la destrucción de infraestructuras esenciales, como las plantas de agua, están dificultando el acceso a agua potable, alimentos y otros servicios vitales. Esto expone constantemente a la población a la violencia, ya sea utilizándolos como escudos humanos o siendo víctimas del uso indiscriminado de la fuerza tanto por parte de los civiles como de los equipos humanitarios.

A pesar de la existencia de principios y normas durante los tiempos de guerra que han sido fundamentales para mitigar el sufrimiento humano y promover entornos más seguros y estables, es evidente que aún se deben hacer esfuerzos para garantizar su cumplimiento. La comunidad internacional ha establecido marcos y herramientas para civilizar las guerras y minimizar su impacto mortal, como los Convenios de Ginebra y las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Estos instrumentos son fundamentales para evitar el castigo de la población civil y el uso de civiles como escudos humanos.

Las propuestas para acabar con el hambre muestran la importancia estratégica de este objetivo, ya que implica proteger la seguridad alimentaria de la población civil a través de un compromiso político sólido y asegurar el cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario. Además, es fundamental prevenir el uso del hambre como un arma de guerra y restablecer el acceso a agua, alimentos y servicios básicos de manera digna y sostenida. Es urgente romper el ciclo entre el hambre y los conflictos si queremos lograr la estabilidad mundial y acabar con el hambre. En este momento crucial, se estima que este año habrá 300 millones de personas con inseguridad alimentaria severa, casi el triple que en 2017. El desafío es inaplazable. Ahora o nunca.

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Internacional