En un contexto marcado por la tragedia, los organizadores de la icónica Regata Rolex Sydney-Hobart 2024 han reafirmado su compromiso de llevar a cabo la competición, incluso después de que dos participantes perdieran la vida en la última noche debido a las difíciles condiciones meteorológicas que enfrentaron en el mar. David Jacobs, alto directivo y vicecomodoro del Cruising Yacht Club de Australia (CYCA), se manifestó con firmeza en una reciente rueda de prensa desde la sede de Hobart.
Al ser consultado sobre la posibilidad de cancelar la regata, Jacobs fue claro: “Y la respuesta es no, no cancelaríamos la regata [si se lo propusieran]”. Esta afirmación refleja un principio fundamental en el ámbito de las regatas: una vez que se inicia la competición, corresponde al patrón de cada embarcación decidir si es seguro continuar navegando o no.
Jacobs continuó explicando que la responsabilidad recae en cada capitán para evaluar las condiciones del mar y su seguridad: “Es su decisión si desea competir o retirarse. El patrón puede observar las condiciones, sus condiciones locales”. En una regata de tal magnitud, de 628 millas náuticas, es crucial que cada patrón tenga en cuenta la variedad de factores climáticos a lo largo de la ruta.
En este trágico evento, Roy Quaden, un hombre de 55 años de Australia Occidental, formaba parte de la tripulación del yate 'Flying Fish Arctos' y supuestamente fue golpeado por la botavara, sufriendo el accidente a unas 30 millas náuticas al este/sudeste de Ulladulla, Nueva Gales del Sur. Los organizadores informaron que, a pesar de los esfuerzos por reanimarlo, la maniobra resultó infructuosa.
Así mismo, se lamenta la pérdida de Nick Smith, un miembro de 65 años de la tripulación del 'Bowline', un yate sudafricano. Según Jacobs, Smith fue golpeado por la escota mayor, lo que lo arrojó violentamente contra el cabrestante de la embarcación en un incidente que ocurrió a unas 30 millas náuticas al este/noreste de la bahía de Batemans.
Jacobs indicó que existen procedimientos establecidos que buscan garantizar la seguridad de los participantes, y añadió que cancelar la regata implicaría desmantelar esta estructura de seguridad que, en su opinión, protegería más a las tripulaciones que si la competencia se suspendiera. “Si cancelamos la carrera, esa estructura se derrumba”, destacó el vicecomodoro.
El directivo también subrayó que las condiciones en las que se desarrolló la regata, especialmente durante la noche, contribuyeron de manera significativa a los accidentes fatales. Aclaró que, si bien los yates y sus tripulaciones están entrenados para enfrentar el clima del hemisferio sur, las circunstancias en ese momento eran especialmente desafiantes, con vientos que oscilaban entre los 30 y 38 nudos y olas de entre dos y tres metros.
Jacobs no dejó de enfatizar cuán crucial es mantenerse alerta y actuar con precaución en alta mar: “Solo hace falta que una ola te golpee de costado para que te haga cruzar”, advirtió. En un incidente separado, se evitó una tragedia mayor cuando Luke Watkins, miembro de la tripulación, fue arrastrado por la borda desde el Porco Rosso, pero logró ser rescatado gracias a que llevaba consigo un dispositivo de señalización portátil, conocido como EPIRB.
Con la edición de este año ya marcada por tragedias y complicaciones, Jacobs confirmó que 21 embarcaciones ya se habían retirado de la competencia. Recordó que en ediciones pasadas, como en 2021 y 2004, las retiradas habían sido aún más numerosas, con 29 y 59 respectivamente, lo que refleja los riesgos inherentes a esta célebre regata que desafía a los navegantes cada Navidad.
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