La situación geopolítica en Europa del Este se ha intensificado tras las recientes decisiones del Gobierno lituano, que ha manifestado su intención de restringir el tráfico hacia el exclave ruso de Kaliningrado tras el cierre de la frontera con Bielorrusia. Esta medida se produce como respuesta a la creciente preocupación por la presencia de globos utilizados para el contrabando en la zona.

El ministro de Exteriores de Lituania, Kestutis Budrys, ha declarado que la posibilidad de cerrar el acceso a Kaliningrado es una opción que consideran seriamente para salvaguardar la seguridad nacional. En una entrevista con la radio pública LRT, Budrys enfatizó la importancia de actuar en coordinación con las instituciones de la Unión Europea y con otros Estados miembros, reforzando el compromiso lituano hacia una respuesta colectiva ante las amenazas.

A pesar de que el tráfico entre Rusia y Kaliningrado se rige por un acuerdo con la Unión Europea, Budrys subrayó que las medidas de seguridad nacional de Lituania no pueden ser comprometidas. El país está preparado para implementar todas las acciones necesarias para proteger su soberanía y seguridad, lo que evidencia la firmeza del Gobierno en un contexto geopolítico tenso.

Ya el lunes, Vilna había anunciado el cierre indefinido de todos los puntos fronterizos con Bielorrusia, señalando la serie de "amenazas híbridas" que considera provocativas y desestabilizadoras. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también se refirió a estos incidentes, afirmando que dichos actos son una clara provocación y afirmando que Europa no permanecerá indiferente ante estas tácticas.

Por su parte, António Costa, líder del Consejo Europeo, ha expresado su total respaldo a Lituania, condenando las "acciones persistentes y provocadoras" por parte de Bielorrusia. Costa se unió a la preocupación por lo que califica como un uso de actividades híbridas, subrayando la necesidad de una respuesta unificada ante estas amenazas emergentes en la región.