Renault alerta que el fondo común de emisiones de otros fabricantes pondrá en riesgo la industria automotriz.
En un contexto donde la industria automovilística atraviesa transformaciones significativas, el grupo Renault ha alzado la voz para advertir sobre los posibles efectos adversos que podrían derivarse de la creación de un fondo común de emisiones de dióxido de carbono propuesto por algunos fabricantes. Esta iniciativa, que busca mitigar las sanciones derivadas de la normativa europea conocida como 'CAFE', podría en última instancia debilitar a la industria automovilística europea frente a sus competidoras en Estados Unidos y, aún más crítica, frente a las potencias asiáticas.
Renault, bajo el liderazgo de su directivo italiano Luca de Meo, ha manifestado su confianza en que la compañía está plenamente capacitada para cumplir con los objetivos climáticos establecidos por la Unión Europea sin necesidad de recurrir a estos acuerdos de agrupación de emisiones que, según la empresa, podrían ser perjudiciales a largo plazo. Esta postura se da en un contexto en el que otras grandes marcas como Stellantis, Toyota, Ford, Mazda y Subaru están considerando asociarse con Tesla para cumplir con las estrictas directrices de la UE, mientras que Mercedes-Benz, Volvo y Smart se encuentran en negociaciones para unirse a Polestar.
En este marco, Renault ha hecho un llamado a las autoridades de Bruselas para que proporcionen una mayor claridad acerca de la trayectoria futura de la política climática que planifica implementar la Comisión Europea, presidida por la alemana Úrsula Von der Leyen. La empresa considera que una hoja de ruta bien definida es esencial para asegurar un desarrollo sostenible del sector y para permitir que las compañías automovilísticas puedan adaptarse con eficacia a las exigencias regulatorias.
A partir del 1 de enero, la normativa del 'CAFE' se ha vuelto aún más estricta, imponiendo un límite que establece que las emisiones de dióxido de carbono de los coches vendidos en los 27 países de la UE deben disminuir a 93,6 gramos por kilómetro. Las sanciones para los fabricantes que no cumplan esta normativa son severas, alcanzando penalizaciones de hasta 95 euros por cada gramo que exceda el límite, lo cual podría traducirse en multas millonarias para aquellas marcas que no logren alinearse con los objetivos de producción de vehículos de 'cero emisiones' delineados en el reglamento comunitario.
En un esfuerzo por reducir su huella ambiental, la normativa del 'CAFE' exige que los fabricantes disminuyan sus emisiones de CO2 en un 15% en comparación con los niveles de la década pasada. A partir de 2025, el límite se volverá aún más restrictivo, fijándose en 49,5 gramos de CO2 por kilómetro, con el objetivo claro de erradicar en 2035 la venta de vehículos de combustión interna, una medida que marcará un punto de inflexión en el camino hacia una movilidad más sostenible y ecoamigable en toda Europa.
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