En un contexto marcado por la controversia política, las autoridades venezolanas han anunciado el despliegue de 1.200 miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para asegurar la defensa del país ante la expectante toma de posesión de Nicolás Maduro como presidente reelegido. Esta ceremonia se llevará a cabo el próximo 10 de enero en la capital, Caracas.
El coronel Alexander Granko Arteaga, perteneciente a la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), destacó en un video difundido a los medios que esta acción responde a un compromiso de mantener la seguridad y la paz para el pueblo venezolano. "Hoy, contamos con 1.200 valientes, hombres y mujeres de nuestra gloriosa FANB, únicos en el mundo por salir de nuestras fronteras a otorgar libertad a otros pueblos", afirmó con evidentemente orgullo ante las cámaras.
Arteaga subrayó que el país enfrenta amenazas y reafirmó su compromiso de garantizar la seguridad el 10 de enero, donde se espera que Maduro reafirme su liderazgo. "Nos juramentaremos junto a él. Este es un llamado a la unidad por la victoria", declaró, manifestando abiertamente su lealtad al presidente en medio de un clima lleno de tensiones políticas.
"Vamos a mantener la paz, tal como lo hemos prometido. Nuestra revolución y nuestro país atraviesan un momento crítico", insistió el coronel. Agregó que ya se han llevado a cabo importantes operaciones contra lo que llamó mercenarios, calculando que los resultados de estas intervenciones serán decisivos en el año que se avecina.
En esta coyuntura, es relevante señalar que a finales de julio, Venezuela llevó a cabo unas elecciones presidenciales que resultaron en la reafirmación de Maduro como ganador. Sin embargo, la oposición ha rechazado estos resultados, alegando contar con actas electorales que respaldan la victoria de su candidato, González, quien se encuentra en el exilio y está siendo objeto de un proceso judicial en Venezuela. A pesar de todo, González ha mantenido su intención de asumir la presidencia el próximo 10 de enero.
Por su parte, Urrutia, un rival político de Maduro, ha afirmado que no enfrenta "restricciones" para regresar a Venezuela. Sin embargo, ha decidido mantener en secreto tanto la fecha como la forma de su retorno, consciente de la posibilidad de una detención por parte de los cuerpos de seguridad chavistas. Su objetivo, no obstante, sigue siendo tomar posesión del cargo el mismo día, un acto que promete intensificar aún más las divisiones políticas en el país.
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