El Papa clausura el Sínodo recordando a las víctimas de atrocidades de guerra y el sufrimiento de los migrantes.

El Papa Francisco concluyó este domingo la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos y, en su despedida, recordó a las víctimas de las "atrocidades" de la guerra y al "sufrimiento" de los migrantes.
En la Santa Misa celebrada en la Basílica de San Pedro, el Papa expresó: "Pienso en los que son víctimas de las atrocidades de la guerra, en los sufrimientos de los migrantes, en el dolor escondido de quienes se encuentran solos y en condiciones de pobreza, además de en los que están aplastados por el peso de la vida y ya no tienen más lágrimas ni en los que no tienen voz".
El Papa Francisco criticó las promesas "hermosas" y "persuasivas" que se realizan en forma de "explotación". Afirmó que "es un pecado grave explotar a los más débiles, un pecado que corroe la fraternidad y devasta la sociedad".
En su homilía, el Pontífice agradeció la "fraternidad" surgida en la Asamblea y confió en que en el futuro "la Iglesia servirá a las mujeres y a los hombres".
Durante su intervención, el Papa proclamó: "Nos hemos escuchado mutuamente y sobre todo en la rica variedad de nuestras historias y nuestras sensibilidades nos hemos puesto a la escucha del Espíritu Santo. Hoy no vemos el fruto completo de este proceso, pero con amplitud de mira podemos contemplar el horizonte que se abre ante nosotros. El Señor nos guiará y nos ayudará a ser una iglesia más sinodal y misionera, que adora a Dios y sirve a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo".
El Papa enfatizó que la Iglesia que sueña es "servidora de todos" y no exige un expediente de buena conducta, sino que acoge, sirve y ama. Invitó a reflexionar sobre la adoración y el servicio, explicando que la adoración implica reconocer en la fe que solo Dios es el Señor.
"La adoración es la primera respuesta que podemos ofrecer al amor gratuito, al amor sorprendente de Dios", subrayó el Papa. Agregó que, aunque se tengan muchas ideas hermosas para reformar la Iglesia, la verdadera reforma consiste en adorar a Dios y amar a los hermanos con su propio amor.
Finalmente, el Papa pidió que la Iglesia sea una Iglesia "adoradora y de servicio" que se preocupe por los más vulnerables, que acompaña el camino de los frágiles, los débiles y los descartados, que muestra ternura hacia los más pobres.
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