Un grupo de expertos ha subrayado la imperiosa necesidad de erradicar completamente el tráfico de anfetaminas en Siria, un fenómeno que ha comenzado a sustentarse como una base vital para la economía del país después de más de diez años de devastadora guerra.
En Madrid, el 16 de diciembre, se destacó el reto monumental que enfrentan las nuevas autoridades sirias bajo el mando del grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS), que tienen la tarea de restaurar una economía hecha trizas. El Banco Mundial ha catalogado la transformación del país en un narcoestado, señalando que la producción de anfetamina captagon se ha convertido en su “sector más valioso”.
Este crecimiento del narcotráfico es considerado por especialistas internacionales como un reflejo contundente de la crisis económica y humanitaria que agobia a Siria. Los analistas advierten que mientras las soluciones propuestas por las nuevas autoridades y la comunidad internacional no satisfagan las necesidades fundamentales de la población, la producción y exportación de captagon seguirán siendo vistas como una alternativa de supervivencia.
En un intento por consolidar su imagen ante el mundo, HTS proclamó hace poco su decidido compromiso de desmantelar la vasta red de producción y distribución de captagon en Siria; un mercado que, según información reciente, ha representado aproximadamente 5.000 millones de euros para la economía nacional en el periodo de 2020 a 2023. Este dato cobra aún más relevancia cuando se considera que los actores involucrados en el tráfico de captagon en países vecinos como Arabia Saudí, Líbano, Irak y Jordania han obtenido anualmente unos 1.500 millones de euros gracias a esta sustancia.
La explosión del captagon en Siria está profundamente ligada a la guerra civil, siendo este narcótico uno de los recursos más lucrativos que empleó el derrocado presidente Bashar al Assad para financiar su estrategia bélica interna.
Las acusaciones apuntan incluso a Maher al Assad, hermano del presidente y antiguo comandante de la 4ª División Acorazada, como el principal responsable de la red de narcotráfico. Este negocio, en sus inicios, se repartía con el partido-milicia chií libanés Hezbolá, hasta que tensiones internas llevaron a una ruptura en el sistema, según revelan activistas del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
La situación se complicó aún más cuando países árabes, que inicialmente parecían favorables a la reintegración de Siria en la comunidad regional, expresaron su rechazo al Gobierno de Damasco, señalándolo como el culpable principal de la producción de sustancias ilícitas.
En mayo de 2023, fuentes vinculadas a las negociaciones sobre la reincorporación siria a la Liga Árabe afirmaron que "Siria se ha convertido en un narcoestado que genera entre 4.000 y 5.000 millones de dólares al año". Estas fuentes subrayaron que no están dispuestos a asumir este costo.
Los expertos, como el analista Nicholas Krohle, subrayan que el lucrativo mercado del captagon presenta demasiadas tentaciones como para ser erradicado de forma total: producir una pastilla cuesta apenas unos céntimos, mientras que su venta en Jordania oscila entre 7 y 20 euros. Las incautaciones a nivel internacional han alcanzado cifras astronómicas, como demostró el gran decomiso realizado en septiembre de 2022 por las autoridades de Emiratos Árabes Unidos, que logró interceptar cerca de 1.000 millones de euros en 86 millones de pastillas.
Según Krohle, "la situación política influirá en el desarrollo de este asunto", y advierte que "cualquier milicia que necesite capital podría estar tentada a beneficiarse de este auge", en un país que ha visto cómo su PIB se desplomó un 54 % entre 2010 y 2021.
Actualmente, el captagon se enfrenta a una búsqueda de mercado. El capitán Arkan Bibani, que lidera la división contra el narcotráfico en el Kurdistán iraquí, informó recientemente que “ha habido un esfuerzo en los años recientes por convertir esta región en el centro neurálgico del comercio de captagon”, con más de 1.400 detenidos y 465 kilos de drogas confiscadas hasta el momento.
Arabia Saudí, uno de los principales receptores de esta droga, ha comenzado a implementar políticas para abordar el problema, como la creación de centros de rehabilitación privados y la finalización de la moratoria sobre ejecuciones por delitos relacionados con estupefacientes. Según informes de Amnistía Internacional, casi un centenar de ejecuciones se llevaron a cabo este año en relación con el narcotráfico. Además, queda por ver qué decisiones tomará Rusia respecto a su presencia militar en Tartús, un puerto crucial para la exportación de estas sustancias.
En el ámbito político, persiste el temor de que Siria pueda convertirse en un país fragmentado similar a Libia, mientras que, en el terreno del narcotráfico, se teme que los sirios enfrenten una situación comparable a la de Colombia, donde las narcomilicias siembran el terror entre la población civil.
Jonn Spencer, experto del Instituto de Guerra Moderna de West Point, afirma que el captagon no es más que un reflejo de una crisis sistémica y representa una amenaza regional que exige una intervención concertada y sofisticada. Esta intervención debería incluir un enfoque integral que aborde aspectos militares, sociales y económicos, similar al que ha intentado implementar el Gobierno de Bogotá.
El futuro en esta situación es incierto, con estudios del New Lines Institute que indican que las incautaciones alcanzaron su punto máximo en 2021, sugiriendo una posible estabilización en la oferta de captagon debido a los esfuerzos conjuntos de las fuerzas de seguridad involucradas. Sin embargo, la evolución de las técnicas de contrabando y el refinamiento de las estrategias de los traficantes indican que la problemática se vuelve cada vez más compleja.
Spencer enfatiza en un artículo para 'Newsweek' que ninguna medida tendrá éxito si las autoridades sirias junto con la comunidad internacional no trabajan de manera sinérgica y decisiva para rescatar al país del abismo: más de 16 millones de personas dependen de ayuda humanitaria, la producción petrolera se queda en un 25% de los niveles previos a la guerra, y la libra siria sufrió una depreciación del 141% frente al dólar en 2023.
Según Spencer, "el éxito en desmantelar el imperio del captagon no solo validará la legitimidad de las nuevas autoridades, sino que también marcará el rumbo de la recuperación de Siria", un camino lleno de retos que demanda “una determinación inquebrantable”, pues están en juego tanto la estabilidad regional como la supervivencia de innumerables ciudadanos.
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