Los países desarrollados invierten 106.900 millones en financiamiento climático en 2022, afirma la OCDE.

En medio de la lucha contra el cambio climático, los países desarrollados demostraron un compromiso sin precedentes al movilizar 106.900 millones de euros en financiación climática durante el año 2022, superando así su objetivo anual de 92.200 millones de euros, según reveló un informe de la OCDE publicado el 29 de mayo.
Este incremento del 30% en la financiación climática con respecto al año anterior, representa un avance significativo en la dirección correcta. La OCDE destacó que este es el mayor aumento interanual hasta la fecha, lo que demuestra un progreso significativo en la lucha contra el cambio climático, alcanzando la meta acordada antes de lo previsto.
El informe, titulado 'El financiamiento climático proporcionado y movilizado por los países desarrollados en 2013-2022', ofrece una visión detallada del progreso hacia el objetivo de movilizar fondos para ayudar a los países en desarrollo a mitigar y adaptarse al cambio climático. A pesar de que el compromiso inicial se extendió hasta 2025, la OCDE destaca la importancia de establecer nuevos objetivos cuantificados para el futuro.
Según el informe, la financiación pública sigue siendo la principal fuente de fondos climáticos, representando el 80% del total. Sin embargo, el aumento de la financiación privada en un 52% en 2022, muestra un crecimiento significativo en este sector después de años de estancamiento, lo que indica un cambio positivo en la forma en que se aborda la financiación climática.
Además, se observa un aumento en la financiación destinada a acciones de adaptación, con un crecimiento sustancial en este ámbito. Las subvenciones juegan un papel crucial en los países de bajos ingresos, mientras que los préstamos continúan siendo esenciales para los proyectos de infraestructura a gran escala, especialmente en los bancos multilaterales de desarrollo.
Por otro lado, la distribución de los fondos climáticos muestra una mayor diversidad en las actividades y proyectos financiados, con un aumento significativo en las subvenciones y los préstamos públicos. A pesar de estos avances, la financiación para los países de bajos ingresos sigue siendo limitada, lo que destaca la necesidad de una mayor solidaridad internacional para abordar este desafío global de manera efectiva.
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