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Siete Estados europeos solicitan a Bruselas excenciones en multas de emisiones para fabricantes en 2025.

Siete Estados europeos solicitan a Bruselas excenciones en multas de emisiones para fabricantes en 2025.

En un contexto marcado por la inminente implementación de regulaciones medioambientales, una coalición conformada por siete Estados miembros de la Unión Europea ha hecho un llamado urgente a Bruselas para preservar la competitividad de la industria automotriz del continente. Este requerimiento se presenta a pocas semanas de que se active la normativa conocida como 'CAFE', que incluye sanciones económicas severas para aquellos fabricantes que no logren adaptarse a los límites establecidos para las emisiones de sus vehículos.

La iniciativa está liderada por Italia, Polonia y Austria, que han tomado la delantera en un esfuerzo conjunto que incluye también a Bulgaria, República Checa, Rumanía y Eslovaquia. Estos países han expresado en una carta dirigida a la Comisión Europea, encabezada por Ursula von der Leyen, la necesidad apremiante de encontrar soluciones que eviten las penalizaciones para las automovilísticas que superen los nuevos estándares de dióxido de carbono, los cuales entrarán en vigor el 1 de enero de 2025.

La coalición busca, en esencia, mejorar las políticas públicas existentes, con el objetivo de equilibrar la estimulación de la demanda con un firme apoyo a las inversiones necesarias en el sector empresarial. La misiva conjunta destaca que la industria automotriz se halla en una encrucijada crítica, enfrentando serios retos en cuanto a producción, empleo y competencia a nivel global, lo que demanda una intervención inmediata y efectiva a nivel europeo.

Respecto a las posibles sanciones, los gobiernos de los siete países argumentan que estas restricciones “limitarían gravemente” la capacidad de la industria para realizar inversiones en innovación y desarrollo. Un enfoque demasiado riguroso en la imposición de multas, sostienen, podría perjudicar significativamente la competitividad de Europa en el mercado global a mediano plazo.

Desde su introducción en 2019, la regulación conocida como 'CAFE' establece un camino hacia la reducción de las emisiones de dióxido de carbono de los vehículos vendidos en los mercados comunitarios, con la meta final de prohibir, efectivamente, la venta de coches de combustión interna para 2035. La normativa comenzará a aplicarse en enero de 2025, y requerirá una disminución de las emisiones del 15% en comparación con los niveles anteriores a 2020, exigiendo que en un corto periodo de tiempo, se venda un coche eléctrico por cada cuatro térmicos.

Las estimaciones sobre el potencial impacto financiero de las sanciones a los fabricantes que no cumplan con estas cuotas de ventas son variadas. Algunas proyecciones sugieren que las multas podrían oscilar entre los 10.000 y 16.000 millones de euros, aunque algunas fuentes del mercado afirman que, en el mejor de los escenarios, este costo podría verse reducido a unos 5.100 millones de euros.

En días recientes, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) instó a los estados miembros de la UE a dejar a un lado sus diferencias y a colaborar en la implementación de medidas urgentes para “reducir los costos de cumplimiento” con respecto a los objetivos de reducción de CO2 para 2025. La ACEA reafirmó, además, el compromiso de la industria automotriz europea con las metas de neutralidad climática de la UE para 2050 y su transición hacia una movilidad sin emisiones.

No obstante, los fabricantes advierten que, a medida que se acerque 2025, los obstáculos para cumplir con los objetivos establecidos se tornan más complicados, impulsados por una demanda aún baja de vehículos eléctricos y un entorno económico que se deteriora progresivamente. Esta situación tensa presiona tanto a las empresas como a los formuladores de políticas en la Unión Europea a encontrar un balance que asegure el futuro de la industria automotriz en el continente.