En un giro significativo en las relaciones internacionales, Costa de Marfil ha informado recientemente sobre el cese de la presencia de tropas francesas en su territorio, marcando un nuevo capítulo en la política de defensa del país africano.

El presidente Alassane Ouattara anunció que la retirada de hasta 600 soldados franceses, que actualmente están desplegados en Costa de Marfil, comenzará a concretarse durante el mes de enero, un paso que subraya el cambio en las dinámicas de poder en la región.

“Hemos decidido llevar a cabo una retirada concertada y organizada de las fuerzas francesas presentes en Costa de Marfil”, manifestó Ouattara, destacando que el batallón de infantería de Port Bouét, actualmente bajo mando francés, será traspasado a las fuerzas armadas marfileñas.

Este anuncio se suma a una serie de pronunciamientos de líderes de varios países de África Occidental, quienes han solicitado la salida de tropas francesas de sus naciones. Esta tendencia refleja un creciente deseo de autonomía militar y política en el continente.

Entre los países que han exigido la retirada se encuentran Mali, Burkina Faso y Níger, todos ellos afectados por inestabilidad política y golpes de Estado recientes. A ellos se suman Senegal y Chad, este último considerado tradicionalmente como uno de los aliados más firmes de Francia en la región.

El deterioro de la influencia militar francesa se produce en un contexto donde el país europeo intenta revitalizar su presencia en África mediante el diseño de una nueva estrategia militar, que implica una drástica reducción de sus efectivos permanentes en el continente.

En la actualidad, las tropas francesas aún están desplegadas en Yibuti, con un contingente de 1.500 soldados, y en Gabón, donde operan 350 efectivos, pero el futuro de estas bases también parece incierto ante las crecientes demandas de independencia en la región.