
Un reciente informe del Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo (OIET) ha analizado la evolución del terrorismo en Europa desde los trágicos atentados de París en 2015, destacando los nuevos desafíos que enfrenta la seguridad en el continente.
El estudio del OIET, dirigido por Carlos Igualada, revela que la naturaleza de la amenaza terrorista ha cambiado drásticamente en la última década, pasando de ataques organizados por el Estado Islámico a acciones llevadas a cabo por individuos radicalizados de manera solitaria. Este cambio ha sido, en gran parte, facilitado por la influencia de Internet, las redes sociales y los avances tecnológicos en comunicación.
Según el informe titulado 'Evaluación e impacto del terrorismo yihadista en la seguridad europea durante la última década (2014-2024)', esta transformación ha sido evidente tras las devastadoras oleadas de atentados en Europa, siendo París y Bruselas puntos de inflexión en la narrativa del terrorismo. Desde 2017, la dinámica ha cambiado hacia ataques menos complejos, ejecutados por actores solitarios, lo que marca un giro significativo en la estrategia de terroristas.
Igualada sostiene que este cambio se debe, en parte, a los progresos en las medidas de seguridad y contraterrorismo, así como a la disminución de las capacidades operativas del Estado Islámico, que perdió su autoproclamado califato en 2019. Como resultado, los ataques en suelo europeo han tendido a ser menos mortales y sofisticados, aunque igualmente alarmantes.
Las directrices del Estado Islámico, que animaban a los simpatizantes a llevar a cabo ataques en sus propios entornos, ayudaron a nutrir esta forma de actuar. Ejemplos fatales como el atentado en Niza en 2016, que dejó 85 muertos, y el ataque en un mercadillo navideño en Berlín, en el que fallecieron 12 personas, evidencian esta tendencia. Ambos incidentes reflejan cómo la ideología extremista se ha adaptado para simpatizar con individuos que operan sin una estructura organizativa compleja.
El informe destaca que desde los atentados de Barcelona y Cambrils en 2017, que resultaron en 16 muertes, no se han registrado ataques en Europa con más de cinco víctimas mortales. Esto ha creado un nuevo reto para las autoridades antiterroristas, que deben identificar a aquellos radicalizados antes de que lleven a cabo sus planes violentos.
La rápida radicalización, impulsada por el consumo digital, complica la tarea de prevención, ya que la accesibilidad a la propaganda y a la autorradicalización ha ampliado el perfil de potenciales perpetradores, incluyendo a jóvenes y personas mayores que se ven atraídas por el extremismo.
El Departamento de Seguridad Nacional (DSN) también ha reconocido que los llamados "actores solitarios" representan la mayor amenaza interna en España, lo que complica su detección y permite una mayor probabilidad de que logren llevar a cabo ataques exitosos.
Aunque muchos de estos ataques se realizan con métodos simples, hay casos en los que se observa un intento de sofisticación, utilizando armas de fuego y explosivos. Además, la ciberpropaganda sigue siendo fundamental para reclutar nuevos seguidores y para preparar atentados, como han demostrado tanto Al Qaeda como el Estado Islámico.
Estado Islámico Jorasán, la rama operativa en Afganistán, ha demostrado que aún puede proyectar su amenaza más allá de sus territorios de influencia tradicional, lo que subraya la necesidad de que las autoridades europeas enfrenten desafíos en constante evolución. Según Igualada, esta franquicia representa una amenaza que podría igualar o incluso superar a la del propio Estado Islámico.
El director del OIET concluye que es crucial adaptar las estrategias antiterroristas para abordar el fenómeno actual de la radicalización individual. Es esencial crear programas de prevención eficaces, especialmente enfocados en los más jóvenes, para evitar que más individuos caigan en la trampa del extremismo.
También enfatiza la necesidad de prestar atención a los espacios penitenciarios, donde el extremismo puede florecer y llevar a la captación de nuevos convencidos. Finalmente, aboga por la vigilancia de aquellos combatientes que regresan tras haber luchado en zonas de conflicto, pues poseen una peligrosidad significativa debido a sus habilidades y experiencias militantes.
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