
En un emotivo discurso dirigido a la Asamblea Plenaria de la Reunión de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales (R.O.A.C.O.) el pasado 26 de junio, el Papa León XIV expresó su profunda preocupación por el mundo actual, donde la ley del más fuerte parece prevalecer sobre principios éticos fundamentales.
El Papa señaló que resulta alarmante y triste observar cómo, en numerosos contextos, se asumen decisiones que legitiman intereses personales a través de la coerción y la violencia. "La fuerza del derecho internacional y humanitario se ve cada vez más desplazada por la idea errónea de que se puede imponer la voluntad propia a través de la fuerza", afirmó, subrayando las implicaciones éticas de estas acciones.
El líder religioso también cuestionó las creencias arraigadas en la historia reciente sobre el uso de la guerra como medio para alcanzar la paz, preguntándose cómo es posible que esta visión persista. "Es vergonzoso que, tras siglos de conflictos, sigamos creyendo que el uso de la fuerza conduce a la resolución de problemas y no a la perpetuación del odio y la venganza", agregó, haciendo eco del grito de muchas voces que claman por un enfoque más humanitario y cooperativo.
El Papa también se hizo eco de la creciente conciencia social sobre el gasto desmesurado en armamento, resaltando que esos recursos podrían transformarse en hospitales y escuelas que, a su vez, contribuirían al bienestar colectivo. "El dinero que alimenta la industria de la muerte debería ser destinado a construir un futuro mejor", enfatizó.
Frente a esta realidad, instó a los creyentes a elevar sus voces y actuar como agentes de cambio. "Es momento de orar con fervor, de indignarse y de participar activamente en la construcción de la paz y el diálogo", dijo, resaltando la necesidad del testimonio y la fidelidad a los valores cristianos sin dejarse atrapar por las maquinaciones del poder.
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