"El regreso de los mármoles del Partenón: un avance crucial en la recuperación del patrimonio cultural"
Los recientes acercamientos entre Reino Unido y Grecia han generado un clima de esperanza en torno a la restitución de los mármoles del Partenón, lo cual podría marcar un cambio significativo en el debate sobre la devolución de bienes culturales que fueron expoliados durante la época colonial.
Este potencial acuerdo, cada vez más real debido a la convergencia de posturas entre ambas naciones, podría allanar el camino para que otros países busquen recuperar su patrimonio perdido. Aunque hay otros museos, como el Louvre y el Museo Nacional de Dinamarca, que poseen también mármoles del Partenón, el foco de la controversia suele centrarse en el Museo Británico. Esto se debe, en parte, a la controvertida figura de Thomas Bruce Elgin, embajador del Imperio Otomano en el siglo XIX, quien argumentó haber llevado las esculturas a Inglaterra para protegerlas de la "destrucción intencionada" bajo el dominio turco.
Los mármoles, que consisten en 15 metopas, 17 figuras de frontones y 75 metros de friso, llegaron a Londres en manos de Elgin, quien tenía la intención de adornar su residencia en Broomhall, Escocia. Sin embargo, debido a serias dificultades económicas, se vio obligado a vender estas valiosas piezas al Parlamento británico por la suma de 35.000 libras, dando inicio así a uno de los conflictos culturales más complejos de la historia.
La Comisión Británica para la reunificación de los mármoles del Partenón recuerda que el embajador se llevó más esculturas de la Acrópolis, además de los mármoles. Grecia, sin embargo, no está reclamando la devolución de las 108.184 piezas que el museo británico posee, de las cuales solo 6.493 están actualmente en exhibición.
Una encuesta reciente de YouGov revela que el 53 por ciento de los británicos apoya la idea de devolver las esculturas a Grecia. Sin embargo, muchos en el país también demandan una restitución más amplia de bienes robados y un compromiso por parte del Gobierno para abordar las injusticias históricas.
Con el objetivo de promover un diálogo más profundo sobre el pasado colonial, la ONG Good Law Project ha lanzado una petición para que el Museo Británico implemente una exposición permanente sobre esclavitud. Se ha señalado que el museo fue fundado, en parte, gracias a las colecciones del naturalista Hans Sloane, quien acumuló su riqueza a través de plantaciones de azúcar en Jamaica, respaldadas por el trabajo esclavo.
En el ámbito internacional, la UNESCO adoptó en 1970 una convención que aborda el saqueo y el comercio ilegal del patrimonio cultural, reconocida por su derecho de restitución. Sin embargo, esta convención no incluye piezas robadas que pertenezcan a propiedad privada o que sean resultado de excavaciones ilegales, y no se aplica a casos previos a su entrada en vigor.
Desde 1983, Grecia ha denunciado el tema ante la UNESCO, iniciando con la ministra de Cultura de aquel entonces, Melina Mercuri. Este organismo ha instado repetidamente al diálogo entre las partes involucradas, aunque desde Londres se ha rechazado la mediación en varias ocasiones. En 2015, una comisión de la UNESCO solicitó a Reino Unido que empezara negociaciones, pero la respuesta británica fue negativa.
En el contexto del arbitraje internacional, Turquía ha tomado partido recientemente a favor de Grecia, afirmando que no existen documentos oficiales del Imperio Otomano que autoricen a Elgin a dividir y llevarse los mármoles a Londres, mediante un complicado proceso de transporte. La operación fue tan desorganizada que uno de los barcos involucrados, el Mentor, se hundió cerca de Citera.
Las traducciones disponibles del supuesto edicto otomano, que supuestamente le ofrecía permiso a Elgin, plantean serias dudas. El documento, de carácter diplomático y sin firma, permitía a Elgin llevar a cabo estudios arqueológicos, como hacer dibujos y moldes, y retirar esculturas que interfirieran en su labor. Sin embargo, no menciona en ningún momento el derecho de serrar y transportar las piezas del Partenón.
La sala donde se exhiben los frisos del Partenón lleva el nombre del marchante de arte Joseph Duveen, quien, durante la década de 1930, desarrolló la galería y fue criticado por presuntamente dañar los mármoles en un proceso de limpieza que eliminó vestigios de su policromía original.
A nivel estatal, la mayor barrera para la repatriación de los mármoles en Reino Unido es la ley de 1963 que regula el funcionamiento del Museo Británico, que lo considera independiente del Gobierno, lo que le impide retirar cualquier pieza de su colección. Sin embargo, la legislación sí contempla la posibilidad de prestar temporal o permanentemente piezas a otros países, algo que Grecia se ha negado a aceptar, clamando por la propiedad griega de los mármoles en cuestión.
La presión sobre el Británico ha ido en aumento en los últimos años. En marzo de 2023, el Papa Francisco devolvió tres mármoles que estaban en las colecciones del Vaticano, una acción que resuena con el creciente llamado a la restitución en el ámbito global.
A pesar de estos desarrollos, el Museo Británico se ha mostrado reacio a avanzar en el tema de la restitución, temiendo que una acción favorable cree un precedente que motive a otras naciones, como Egipto con la Piedra Rosetta o Nigeria con los Bronces de Benín, a reclamar las miles de piezas que se encuentran en sus vitrinas. Alrededor de 900 objetos de la expedición británica de 1897 en Nigeria aún permanecen en el museo, aumentando la presión para la restitución.
El reciente escándalo en torno al patrimonio robado y la dimisión de Hartwig Fischer como director del Museo Británico también han amplificado las críticas a la institución, que ha defendido su postura diciendo que posee los objetos en cuestión en beneficio de su preservación, frente a la aparente falta de recursos en los países de origen.
Sin embargo, esta narrativa se vio puesta en tela de juicio cuando, en 2014, el museo accedió a prestar una escultura del dios Iliso al Hermitage de San Petersburgo, lo que fue visto por el entonces primer ministro griego, Antonis Samaras, como una provocación.
Cármen Sánchez, catedrática de Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid, subraya que los mármoles son una cuestión "sagrada" para los griegos, ya que representan un componente esencial de su herencia cultural. No obstante, también plantea la interrogante de por qué se centra la atención en el Británico, mientras que otros imperios han sido responsables de saqueos a lo largo de la historia, poniendo como ejemplo la estatua del jinete Rampin, cuya cabeza se encuentra en el Louvre.
El nacionalismo griego ha mantenido una postura firme sobre la reclamación de los mármoles, considerándolos un símbolo de la identidad nacional. Estas reivindicaciones han estado acompañadas de importantes esfuerzos diplomáticos durante más de tres décadas para resolver esta larga disputa.
A pesar de que el ex primer ministro Rishi Sunak canceló las reuniones con su contraparte griego en noviembre de 2023, el actual primer ministro laborista, Keir Starmer, ha dado un impulso a las conversaciones con Atenas. Esto sugiere un cambio en la política británica que podría abrir nuevas posibilidades en la resolución de este conflicto.
Una de las soluciones que se han planteado para superar los obstáculos legales que presenta la ley de 1963 es la creación de una legislación específica, similar a la existente para la restitución de bienes culturales expoliados durante la época nazi en Alemania. Esta nueva normativa podría permitir hacer una excepción en el caso de los mármoles, evitando así una posible reacción en cadena por parte de otras naciones reclamantes.
El diputado liberal Mark Williams había propuesto, en 2016, un proyecto de ley para enmendar dicha legislación, aunque este esfuerzo no prosperó. Otra opción sugerida por Sánchez es un posible intercambio de piezas entre museos, aunque esto es poco probable, ya que Grecia no posee objetos equivalentes que puedan compensar la pérdida de los mármoles del Partenón.
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