Este año hidrológico, las precipitaciones alcanzan los 621 l/m², superando en un 13% la media habitual.
En Madrid, a 27 de junio de 2025, un informe reciente de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha revelado datos preocupantes sobre las precipitaciones en España. Desde el 1 de octubre de 2024 hasta el 24 de junio de 2025, el país ha acumulado un promedio de 621 litros por metro cuadrado, superando en un 13% los niveles considerados normales para este periodo, que se sitúan en 548 l/m2. Esta información, obtenida por Europa Press, destaca las variaciones en el clima que afectan a distintas regiones del país.
La situación de las lluvias ha sido desigual en la Península. Mientras que gran parte de las regiones, incluidas Murcia, la Comunitat Valenciana y la mitad occidental de Andalucía, han visto un incremento en sus precipitaciones, otras áreas como la costa cantábrica y el cuadrante sureste han quedado rezagadas. Allí, se han registrado niveles de lluvia por debajo de lo habitual, con especial énfasis en el sur de Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco.
En los archipiélagos, la tendencia también es preocupante, ya que las precipitaciones no alcanzan los niveles habituales establecidos entre 1991 y 2020, salvo en algunas zonas del norte de las islas de Mallorca, La Palma y La Gomera. Esto plantea serias interrogantes sobre el futuro del clima en estas regiones, especialmente considerando la importancia de la lluvia para el ecosistema local.
Entre el 18 y el 24 de junio, las lluvias se hicieron presentes en la mayoría de la Península, excepto en algunas zonas del Levante y parte de Galicia, donde las precipitaciones fueron casi nulas. En términos de acumulación, se registraron más de 10 l/m2 en diferentes puntos, destacando el oeste de Cáceres, el sistema central y varias localidades en Castilla y León, Cantabria y el País Vasco. Algunas de las cifras más relevantes incluyen 45 l/m2 en Daroca I, así como 22 l/m2 en Bilbao/Aeropuerto y 21 l/m2 en Granada/Aeropuerto, entre otras. En la jornada del 25, las precipitaciones se concentraron en la cornisa cantábrica y en el Pirineo más occidental, reflejando una dinámica atmosférica compleja que merece un análisis cuidadoso.
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