
MADRID, 28 de agosto. (CHANCE) - La influencer y exesposa de Kiko Rivera, Irene Rosales, ha decidido hablar tras su reciente separación, un acontecimiento que pone fin a casi una década de matrimonio y más de once años de relación, durante los cuales compartieron la crianza de sus dos hijas, Ana de 9 años y Carlota de 7. Kiko, hermano de Isa Pantoja, fue el primero en anunciar la ruptura mediante un comunicado, seguido por la revista 'Semana', que divulgó la noticia sorprendentemente. Irene, en cambio, optó por esperar 24 horas antes de compartir su perspectiva sobre esta nueva etapa en su vida.
Utilizando la misma plataforma que su exmarido, la red social Instagram, Irene publicó un mensaje conciso en el que, sin entrar en detalles acerca de las razones de su separación, enfatizó la importancia de sus hijas en este complejo momento. “Buenos días familia. Como ya saben, después de 11 años ha llegado el momento de que Kiko y yo tomemos caminos separados”, comenzó su mensaje, subrayando que la decisión no fue fácil: “Ambos necesitamos seguir nuestras vidas por caminos distintos”.
La sevillana también destacó que prevalecerá el cariño familiar, afirmando: “Hay mucho amor por la familia que hemos formado”. A pesar de que su relación como pareja ha llegado a su final, Irene subrayó que “nuestro vínculo familiar siempre estará”, reafirmando que la separación fue amistosa y que, en esencia, seguirán siendo una familia.
En su comunicado, Irene puso de manifiesto que la prioridad ahora son sus hijas, las cuales merecen todo el amor y apoyo de sus padres: “Tenemos dos niñas preciosas que se merecen recibir todo el amor, cariño y cuidado de sus padres, y así será siempre”. Este enfoque en el bienestar de sus pequeñas habla de su compromiso como madre, incluso en medio de su propia tribulación.
Estas declaraciones surgen tras ciertos rumores que sugieren que la pareja lleva meses separada, aunque continuaron compartiendo el mismo hogar por el bienestar emocional de sus hijas. Esto fue un intento de hacer la transición más gradual y menos impactante para ellas.
Adicionalmente, aunque se ha señalado que la ruptura fue consensuada y sin terceros involucrados, también saltan a la luz informaciones que indican que fue Irene quien finalmente tomó la decisión de finalizar el matrimonio. Durante el último año, la convivencia se volvió difícil, con Irene experimentando una sensación de soledad debido a las ausencias prolongadas de Kiko y su resistencia a adoptar un estilo de vida que priorizara no solo su carrera, sino también su bienestar y el de su familia. Esta dolorosa decisión representa un gran desafío para Irene, quien había intentado sobrellevar la relación y encontrar una solución ante lo que ella percibía como un fracaso.
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