La Casa Blanca ha dejado claro su desacuerdo con el plan de reconstrucción de Gaza respaldado por la Liga Árabe, enfatizando que la situación actual hace que el territorio sea, en sus propias palabras, "inhabitable". Este mensaje surge a raíz de la reciente ofensiva militar por parte de Israel, que ha dejado la región en condiciones devastadoras.

En un comunicado emitido el 5 de marzo, la administración de Trump reafirmó su intención de establecer una Gaza despojada de la influencia de Hamás. Esta propuesta implica medidas controvertidas, como el desplazamiento forzado de miles de personas y que EE.UU. asuma el control sobre el área, lo que ha suscitado un intenso debate a nivel internacional.

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Brian Hughes, declaró que el enfoque actual ignora la cruda realidad de la vida en Gaza, donde la población viva entre escombros y explosivos. "Es fundamental que se desarrollen nuevas conversaciones que faciliten la paz y mejoras en la situación regional", agregó, según un informe de CNN.

Hughes también se manifestó en una entrevista con el periódico israelí 'The Times of Israel', resaltando que, si bien el presidente mantiene su ambiciosa perspectiva de lo que podría ser Gaza después de la guerra, está abierto a las propuestas de los socios árabes. "Las iniciativas promovidas han permitido que la región inicie diálogos, evitando así que la situación se convierta en una crisis aún más profunda", concluyó.

La Liga Árabe aprobó ampliamente un plan de reconstrucción propuesto por Egipto que se caracteriza por evitar el desplazamiento de los palestinos. Este plan, que requiere una inversión de 53.000 millones de dólares en un plazo de cinco años, propone la creación de un "comité técnico" que administraría Gaza por al menos seis meses, bajo la autoridad de la Autoridad Palestina, con el objetivo de unificar la gestión entre Gaza y Cisjordania, en busca de fortalecer un futuro Estado palestino.

Por otro lado, Trump ha sugerido que más de 1,5 millones de palestinos podrían ser trasladados a Egipto y Jordania para facilitar la reconstrucción, lo que ha provocado un fuerte rechazo internacional, al considerarse que equivaldría a una limpieza étnica y socavaría la idea de una solución basada en dos Estados.

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, ha calificado el plan de Trump como "delirante", mientras que Hamás lo ha denunciado como un reflejo de racismo y un llamado a la limpieza étnica. Este grupo ha advertido que enfrentará firmemente cualquier intento de desplazamiento, reafirmando la resistencia unificada del pueblo palestino, árabe e islámico ante tales propuestas, que, sin embargo, han sido bien recibidas en ciertos sectores de Israel.