El 21 de abril, el mundo despidió al Papa Francisco, quien dejó un legado espiritual profundo a los 88 años. Aunque su partida deja una inmensa tristeza, su voz aún resuena en las palabras que escribió para el prefacio de un libro del arzobispo emérito de Milán, cardenal Angelo Scola, titulado 'En espera de un nuevo comienzo. Reflexiones sobre la vejez'. En ese texto, el Papa reflexionó sobre el significado de la muerte, afirmando que “no es el final, sino un nuevo comienzo”.
Según un comunicado de Vatican News, este libro, publicado por Librería Editrice Vaticana, estará disponible en las librerías a partir del 24 de abril. Este texto, escrito en un momento de profunda reflexión, resalta la importancia de la vejez en nuestra sociedad.
Francisco compartió que leyó con gran emoción las reflexiones de Scola, a quien agradeció por su capacidad de combinar experiencias personales con una sensibilidad cultural excepcional. El Papa enfatizó que las ideas presentadas resuenan profundamente con su propia experiencia de vida.
El Pontífice aborda la vejez desde una perspectiva positiva, animando a no temer al envejecimiento. "La vida es vida", subraya, argumentando que edulcorar la realidad es una traición a la verdad. Para Francisco, aceptar la vejez como parte de la existencia humana puede ser una etapa rica en valor y significado.
En su reflexión, el Papa sostiene que es fundamental reivindicar el término "viejo", que frecuentemente se asocia a connotaciones negativas en nuestra cultura. Para él, ser “viejo” representa experiencia, sabiduría y un entendimiento profundo —cualidades más que necesarias en tiempos de cambio y confusión.
Francisco también analiza cómo el envejecimiento puede ser visto como un tiempo de gracia. Si lo abrazamos con gratitud, sostiene, la vejez puede florecer en un periodo fecundo, como lo sugiere el pensamiento de Romano Guardini. Este enfoque invita a considerar la madurez como una fase de vida capaz de nutrir a quienes nos rodean.
Asimismo, el Papa recalca la relevancia de los abuelos en la estructura social, indicando que su papel es fundamental para guiar a los jóvenes hacia un desarrollo saludable. Su legado de sabiduría, experiencia y memoria puede ayudar a forjar una sociedad más equilibrada y pacífica.
En tiempos marcados por la superficialidad y la inmediatez, la sabiduría de los mayores brilla intensamente, ofreciendo claridad en medio de la confusión y sirviendo como un faro que guía a las nuevas generaciones en su camino.
Acerca del sufrimiento que viene con la vejez y la muerte, el Papa se refiere a las ideas de Scola como "reflexiones valiosas de fe y esperanza", resonando con las enseñanzas de destacados teólogos. Estas palabras reflejan una espiritualidad que busca conectar profundamente con lo divino.
Francisco destaca que el texto de Scola no solo está constituido por pensamientos intelectuales, sino que también está impregnado de un afecto que se alinea con el camino cristiano. La esencia del cristianismo, argumenta, es la relación íntima con Cristo, quien nos invita a considerar la vida a través del amor.
En la conclusión del prefacio, el Papa comparte que Scola aborda el final de la vida desde un lugar de sinceridad y preparación para el encuentro con Jesús, ofreciendo una reconfortante certeza: la muerte representa una transición hacia algo nuevo y eterno. Este nuevo comienzo, sostiene Francisco, nos brinda la promesa de una vida que trasciende lo terrenal, ofreciéndonos la oportunidad de experimentar la eternidad.
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