
La Cámara de Comercio Germano-Húngara ha expresado su inquietud acerca de los “fuertes vínculos” establecidos con el sector automovilístico alemán, lo que podría acarrear serias repercusiones en la economía de la región. Desde su sede en Budapest, la AHK ha emitido un informe alarmante sobre el posible impacto de una guerra comercial iniciada por la administración de Donald Trump, a la que Europa Central parece estar especialmente vulnerable.
Según el informe al que tuvo acceso Europa Press, se prevé que Hungría sea uno de los países que experimenten de manera más aguda las consecuencias de la implementación de aranceles por parte de Estados Unidos. Los lazos comerciales de este país con la industria automovilística alemana son tan estrechos que cualquier medida restrictiva que tome la Casa Blanca podría desencadenar un efecto dominó en toda la región. En este sentido, se recalca que la industria automotriz alemana genera entre el 20% y el 30% de sus exportaciones hacia los países vecinos de Europa Central.
András Savos, presidente de la AHK, ha señalado en el informe que “si el presidente electo cumple lo prometido y Estados Unidos cierra sus puertas, esto significará un duro golpe para la economía alemana”. Savos también destacó que la inversión extranjera en Hungría atraviesa una fase de “caída libre”, poniendo en duda las proyecciones económicas optimistas para el país.
Las cifras son reveladoras: en 2023, las exportaciones de automóviles alemanes hacia Estados Unidos ascendieron a 23.410 millones de euros. Esta cifra supera considerablemente el total del comercio automovilístico entre Alemania y otras naciones como Polonia, Rumania, la República Checa, Eslovaquia y Hungría, que alcanzó solo 18.920 millones de euros, de acuerdo con Eurostat.
Por su parte, analistas de ING respaldan las conclusiones de la AHK, advirtiendo que Europa Central está “plenamente expuesta” a una posible revisión de las políticas comerciales de Estados Unidos, aunque los lazos directos entre las regiones sean menos intensos en comparación con otros lugares del mundo. Los analistas han destacado que las expectativas de recuperación del mercado en 2025 son excesivamente optimistas, anticipando sorpresas desagradables en el futuro.
Aunque la atención de Trump se ha centrado mayormente en China, en el pasado se refirió a la Unión Europea como una “mini China” y lanzó advertencias de que el bloque comunitario podría enfrentar las consecuencias de las relaciones comerciales con el gigante asiático. En un mitin en Pensilvania, Trump sugirió que Europa debería pagar un “alto precio” por los intercambios comerciales desiguales, afirmando que “no se llevan nuestros coches ni nuestros productos agrícolas, pero están vendiendo millones de autos en Estados Unidos”.
El contexto es complicado: los 27 países de la Unión Europea exportan más a Estados Unidos de lo que importan, lo que sugiere que Washington podría estar preparado para iniciar un conflicto arancelario. Sin embargo, la imposición de aranceles encarecería los productos europeos en el mercado estadounidense, lo que a su vez podría resultar en un aumento de precios y contribuir a una inflación negativa en Estados Unidos.
Adicionalmente, la guerra comercial que Estados Unidos busca abrir con China representa un peligro latente para Europa. Si Pekín se ve limitado en sus exportaciones a Washington, podría volcarse hacia el mercado europeo para vender sus productos a precios más bajos, lo que podría inundar el mercado y amenazar la viabilidad de las empresas comunitarias.
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