
En Madrid, el 1 de diciembre, se han encendido nuevas llamas de conflicto en Oriente Próximo, a raíz de las recientes declaraciones del líder de Hezbolá, Naim Qassem. Durante un discurso pronunciado este sábado, Qassem hizo un llamado contundente, afirmando que la organización chií libanesa está lista para emprender la guerra "si el enemigo israelí decide imponerla". Según él, la participación de Hezbolá en este conflicto trascendente se enmarca dentro de una “responsabilidad nacional, árabe, islámica y humana”.
El líder de Hezbolá habló sobre el lanzamiento del "Frente de Apoyo" en Líbano el pasado 8 de octubre de 2023, una iniciativa destinada a brindar auxilio a Gaza, a la cual describió como un territorio “resistente, luchador y generoso”. A lo largo de su discurso, reafirmó que, aunque no se busca la guerra, el apoyo a Gaza debe ser considerado como una obligación moral y nacional, reiterando la postura del grupo sobre la necesidad de solidaridad en tiempos de crisis.
En un giro emocional, Qassem apuntó directamente a Israel, responsabilizándolo del desencadenamiento de la confrontación con el grupo, incluyéndose entre las víctimas el reconocido líder supremo de Hezbolá, Hasán Nasralá, visto por muchos como un mártir de la causa. Subrayó que las “acciones y agresiones” israelíes han sido no sólo graves, sino también un motivo de sufrimiento que ha generado un estado de confusión en la organización durante diez días.
Sin embargo, Qassem se mostró optimista sobre la capacidad de recuperación del grupo. Afirmó que Hezbolá no solo ha logrado reorganizarse, sino que ha reestructurado su sistema de liderazgo y control, manteniéndose firme en el frente de combate. "El enemigo israelí pensó que nos dispersaríamos rápidamente, pero en cambio, hemos reorganizado nuestras fuerzas y continuamos luchando valientemente", expresó con determinación.
El líder de Hezbolá también hizo hincapié en que la organización ha comenzado a realizar operaciones ofensivas que han debilitado significativamente la posición defensiva de Israel. De acuerdo con sus palabras, estos movimientos han cambiado el equilibrio de poder en la región, llevando a las fuerzas israelíes a una situación de defensa ante la notable resistencia del grupo.
Un día previo a estas afirmaciones, Qassem destacó que el alto el fuego que se alcanzó con el Ejército israelí para cesar los ataques en Líbano representa una "gran victoria" para la resistencia, sugiriendo que las autoridades israelíes se vieron obligadas a aceptar este acuerdo para proteger a sus tropas en el sur del Líbano. Este pacto, convenido el martes, establece un alto el fuego de aproximadamente 60 días, durante el cual tanto Hezbolá como las fuerzas israelíes deben retirarse del sur del territorio libanés en favor de la restitución del Ejército regular de Líbano, que se encargará de la seguridad en la zona.
A pesar de la teórica tregua, el clima de hostilidad persiste, evidenciado por los intercambios de acusaciones entre Hezbolá e Israel, cada uno culpando al otro de violar el alto el fuego. En los últimos días, el Ejército israelí ha informado de varias incursiones contra operativos de Hezbolá en el sur libanés, lo que agrava aún más la tensión en la zona.
Las recientes escaladas en Beirut y el sur del Líbano son el eco de un conflicto que ya lleva más de un año encendido. La chispa inicial fue el ataque de Hezbolá contra Israel tras la ofensiva del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) el 7 de octubre de 2023, que resultó en la pérdida de casi 1.200 vidas y la captura de 240 rehenes, actos que sirvieron como catalizador para la guerra actual en la región.
Por su parte, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) desataron el 1 de octubre una nueva invasión sobre Líbano, tras semanas de bombardeos intensivos que incluyeron ataques coordinados contra objetivos relacionados con Hezbolá. Esta serie de ofensivas han causado un devastador impacto en la organización, que ha sufrido la pérdida de figuras emblemáticas como su líder Hasán Nasralá. A medida que la guerra avanza, el saldo provisional se eleva a cerca de 4,000 fallecimientos y 16,500 heridos, una cifra que refleja el crudo costo humano del conflicto interminable que asola la región.
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