MADRID, 24 de octubre (CHANCE) - La realidad a menudo nos sorprende con giros inesperados, algo que bien podría resumir el reciente suceso que involucra a Iker Casillas. El legendario exportero ha sido víctima de un elaborado robo en su propia casa, presuntamente ejecutado por alguien a quien consideraba de confianza: su empleada doméstica, que había estado laborando para él y para su exesposa, Sara Carbonero, desde 2019.

Según informes que han salido a la luz, la asistente y su pareja, un vigilante de seguridad en la urbanización donde reside el exfutbolista en Pozuelo de Alarcón, planearon el atraco con gran minuciosidad. Durante meses, utilizaron su conocimiento sobre la casa para reemplazar varios relojes de lujo con imitaciones de mala calidad, lo que permitió que el cuidadoso Casillas no notara la sustitución hasta hace poco.

El jugador, con un desconcertante ojo para los detalles relacionado con su afición por los relojes, notó que sus piezas no eran las auténticas, ya que estaban grabadas con sus logros deportivos más significativos, tanto del Real Madrid como de la Selección Española. Alarmado por esta irregularidad, decidió acudir a la Policía, que, al evaluar el caso, sospechó que alguien de su círculo íntimo estaba involucrado. Así, tendieron una trampa que llevó rápidamente a la empleada a caer en ella.

Ambos, la asistente y su esposo, han sido arrestados, y la búsqueda en su domicilio reveló uno de los relojes robados, además de fragmentos de otro, lo que sugiere que los estaban desmantelando para su posterior venta en partes. Este evento no solo pone de relieve la traición de la confianza, sino también la vulnerabilidad de las figuras públicas en sus propios hogares.