ROMA, 10 de mayo. (Reportaje de Laura Ramírez, enviada especial de Europa Press) -

El nuevo Papa León XIV hizo su debut ante el mundo el pasado 8 de mayo desde la icónica Logia Central de la Basílica de San Pedro, portando una cruz pectoral que ha captado la atención no solo por su diseño, sino también por su significado profundo. Esta pieza sagrada alberga fragmentos de huesos de San Agustín y su madre, Santa Mónica, convirtiéndola en un símbolo poderoso de herencia y espiritualidad.

Aparte de la venerada reliquia de la familia agustiniana, la cruz incluye otros tres fragmentos que pertenecen a figuras religiosas significativas. Entre ellos se encuentran Santo Tomás de Villanueva, un innovador arzobispo de Valencia del Renacimiento; el beato Anselmo Polanco, un mártir de la persecución religiosa en España entre 1936 y 1939; y el venerable Giuseppe Bartolomeo Menochio, quien fue sacristán papal durante un periodo turbulento de la historia europea, marcado por la invasión napoleónica.

El postulador general de la Orden Agustiniana, Josef Sciberras, reveló que esta cruz fue un obsequio de la Curia General a Robert Prevost, quien fue nombrado cardenal el 30 de septiembre de 2023. Este gesto no solo celebra su nuevo rol, sino que también rinde homenaje a las figuras de santidad que representan los valores de fidelidad, reforma, servicio y sacrificio.

El padre Sciberras compartió que, justo antes del Cónclave, le había sugerido a Prevost llevar consigo la cruz durante su elección, buscando así la guía y protección de los santos Agustín y Mónica. Su alegría fue evidente al ver al nuevo Papa emerger en el balcón de la Basílica, portando con orgullo este distintivo símbolo de su legado.