Montero afirma que la prostitución no tiene cabida en su partido y desafía a Vox a tomar la misma postura.

En un intenso intercambio de acusaciones en el Congreso de España, la vicepresidenta del Gobierno y líder del PSOE, María Jesús Montero, se enfrentó a los representantes de Vox y el PP, discutiendo temas de corrupción y el trato a la prostitución. Montero enfatizó que su partido no tolerará la participación de quienes consumen prostitución, desafiando a Vox a adoptar una postura similar.
Este debate surgió en respuesta a comentarios del portavoz de Vox, José María Figaredo, quien cuestionó la credibilidad del PSOE en materia de feminismo, señalando la vinculación del exministro José Luis Ábalos con servicios de prostitución a pesar de su trayectoria dentro del partido.
La portavoz del PP, Cuca Gamarra, no tardó en unirse a la crítica, acusando a Montero de haber "protegido" a miembros de su partido implicados en el desprecio hacia las mujeres. Gamarra afirmó que el PSOE ha permitido que ciertos individuos, incluso en el Consejo de Ministros, hayan estado involucrados en la compra de mujeres, deslegitimando así sus palabras sobre la lucha contra la prostitución.
Por su parte, Montero reaccionó con firmeza, calificando esas conductas de "vergonzosas" y reafirmando que el consumo de prostitución no tiene lugar en el proyecto socialista. Cuestionó a Figaredo sobre la postura de Vox ante esta problemática y lo acusó de hipocresía por su falta de respuesta.
Montero continuó su ataque al PP, recordando la situación del alcalde de Estepona, quien enfrenta acusaciones de agresión sexual, argumentando que el partido no puede abogar por los derechos de las mujeres mientras mantiene en su cargo a alguien con tales denuncias en su contra, sin siquiera abrir un expediente.
El secretario general de Vox, en su intercambio con Montero, abordó la supuesta corrupción del PSOE, utilizando términos como "hipocresía" para referirse a la situación actual del partido, que, según él, está "pringado hasta las cejas" tras haber desestimado acusaciones de la oposición como "bulos".
Montero mantuvo su posición, afirmando que la corrupción debe ser combatida sin sectarismos y recalcando que su partido está comprometido en esta lucha, sin aceptar lecciones de aquellos que también están envueltos en escándalos.
Más tarde, la conversación se tornó nuevamente acalorada entre Montero y Gamarra, donde ambas líderes intercambiaron reproches sobre el manejo de la corrupción, cada una responsabilizando a la otra por los escándalos que afectan a sus respectivos partidos.
Gamarra exigió a Sánchez y Montero que asumieran responsabilidades y dimitieran, enfatizando que cualquier explicación no ofrecida en el Parlamento será exigida en los tribunales de justicia. Para ella, el PSOE no puede hablar de ser contundente en la lucha contra la corrupción cuando se encuentran bajo el mismo techo figuras vinculadas a escándalos previos.
Montero, en respuesta, no se quedó atrás y recordó los casos de corrupción que han salpicado al PP, subrayando que su manera de operar implica una corrupción sistémica que utiliza las instituciones para ocultar sus fechorías, insistiendo en que esta no es solo cosa de individuos, sino de un patrón de conducta en la forma en que el partido ejerce el poder.
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