La reciente decisión de María Jesús Montero de encabezar la dirección del PSOE en Andalucía ha surgido como una opción personal, ratificada por su propia convicción, y no como una imposición externa. En su trayecto, la política andaluza ha manifestado un alto aprecio por la actitud de Juan Espadas, actualmente al mando del partido en la región.

El 8 de enero en Madrid, Montero comunicó su motivación para dar este paso, subrayando la relevancia clave que tiene Andalucía tanto para su partido como para el conjunto del país. Su esperanza es que el acuerdo alcanzado sobre la financiación singular de Cataluña con ERC no repercuta negativamente en su relación con los militantes socialistas ni con el electorado andaluz. Su intención es avanzar en la aprobación de los nuevos Presupuestos Generales del Estado para 2025 en los próximos meses, para poder enfocarse plenamente en el liderazgo del PSOE andaluz si resulta elegida.

Fuentes cercanas a la vicepresidenta primera revelan que la decisión de postularse fue completamente impulsada por Montero, quien se siente llena de entusiasmo y ha interiorizado que este paso es lo que realmente necesita dar en este momento crucial. La importancia de Andalucía para el panorama nacional es un factor determinante en su motivación.

Montero también ha expresado su respeto hacia Juan Espadas, el actual líder del PSOE andaluz, quien anunció su renuncia al cargo justo antes de que se realizara esta jornada de decisiones. Según se ha indicado, la transición ha sido una gestión coordinada entre ellos, lo que se evidencia en que Espadas estará presente en la presentación oficial de la candidatura de Montero en Sevilla, un evento programado para este miércoles por la tarde.

Pese a que aún no está claro cuál será su rol en el futuro del partido, el exalcalde de Sevilla, que actualmente ocupa un escaño en el Senado, ha manifestado que continuará su compromiso con la formación. Montero, como ministra de Hacienda y número dos del Gobierno de Pedro Sánchez, ha jugado un papel esencial en el terreno de la financiación autonómica y en el acuerdo entre PSC y ERC, que propició la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat.

Desde la perspectiva de los independentistas de ERC, este acuerdo significa la introducción de un "cupo catalán". Sin embargo, Montero sostiene firmemente que este pacto no perjudica a Andalucía. Sus asesores han hecho hincapié en que su aprobación nunca se hubiera materializado si existiera una posible colisión con los intereses andaluces.

Si Montero asume el liderazgo del PSOE en Andalucía, mantiene su compromiso de defender que las comunidades autónomas que lo deseen tengan la capacidad de ejercer un grado adecuado de autogobierno. Aunque establecerá límites, estos se basarán en la necesidad de garantizar la igualdad de los servicios públicos en todas las autonomías del país.

(Se anunciarán más detalles próximamente)