Mujeres eclesiásticas exigen una reforma urgente ante la "profunda" discriminación: "Nos han hecho invisibles"

MADRID, 9 de marzo. Este fin de semana, un colectivo de mujeres de la Iglesia se congregó frente a la imponente Catedral de la Almudena en Madrid, demandando una transformación radical en la institución religiosa con el objetivo de combatir la profunda discriminación que enfrentan por su condición de mujeres. Esta manifestación se llevó a cabo en el marco del Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo.
Pepa Torres, integrante de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia y de la Comisión de Justicia y Reparación contra los Abusos de la Iglesia hacia las Mujeres, enfatizó: "Exigimos igualdad en la representación y en los procesos de toma de decisiones dentro de la Iglesia. Estas cuestiones siguen siendo marginales, pero son fundamentales. Es imprescindible entablar un diálogo entre el cristianismo y el feminismo; no se puede ser cristiana sin luchar por la liberación de las mujeres".
Torres también expresó su descontento con la actual imagen del Cristianismo, señalando que la Iglesia es vista como un "bastión del patriarcado". Recordó que un elemento central del Evangelio es la igualdad de género y el discipulado femenino, que deberían ser el estándar, no la excepción.
Desde su perspectiva, Teresa Casillas, otra de las voces de este movimiento, lamenta que las mujeres sigan viendo altares repletos de figuras masculinas. Aunque reconoce ciertos avances bajo el papado de Francisco, como la inclusión de mujeres en un Sínodo, considera que persisten vacíos significativos. “Es inaceptable que aún en pleno siglo XXI se piense que las mujeres no pueden ser un reflejo de lo divino por su naturaleza femenina", sostuvo.
Bajo el lema "Creyentes y feministas por una Iglesia en igualdad", las mujeres de la Iglesia continúan luchando por ser vistas como iguales dentro de sus comunidades. En los 30 territorios donde están presentes, han hecho un llamado a la creación de comunidades más justas y equitativas, resaltando que "la igualdad debe convertirse en una norma".
En Madrid, se leyó un manifiesto demandando una revisión de las estructuras eclesiásticas y una transformación social con enfoque en la perspectiva de género. "Nos levantamos en protesta porque vivimos una constante discriminación. No podemos permanecer calladas; hemos llegado al límite de soportar incoherencias y autoritarismos que sufrimos a diario", enfatizó una de las portavoces durante la lectura.
La Revuelta de Mujeres también destaca la desconexión de la Iglesia con las conquistas sociales en materia de igualdad, considerándolo un error que requiere un cambio urgente. "Exigimos el acceso al diaconado y al presbiterado femenino, que muchas teólogas preparadas no tengan las oportunidades que merecen en puestos académicos y de liderazgo es inaceptable", señalaron con firmeza.
En su discurso, estas activistas recordaron que las mujeres constituyen la mayoría en actividades de voluntariado, celebraciones, catequesis y otros ámbitos dentro de la Iglesia, actuando como los “manos y el corazón” de la institución, pero que, sin embargo, se les niega la oportunidad de opinar y decidir.
"¿Qué pasaría si dejáramos de contribuir de esta manera a la Iglesia? Estamos cansadas de ser invisibles y de afrontar estas injusticias. Hemos trabajado arduamente para abrir puertas en el campo de la teología, y no nos detendremos hasta que se reconozcan y valoren nuestras aportaciones. Demandamos la eliminación del lenguaje patriarcal en documentos eclesiásticos y una moral que trate a las mujeres con ternura y compasión", sentenciaron con determinación.
Asimismo, manifestaron su deseo de que la Iglesia critique un sistema económico neoliberal que vulnera la dignidad humana y fomenta la explotación de las mujeres, añadiendo que "la pobreza tiene nombre de mujer".
Durante la manifestación, se llevó a cabo una performance espiritual que simbolizó la mesa del banquete que Jesús invitó a compartir hace más de dos mil años, con la participación de mujeres que representan a diversas realidades: las víctimas de Gaza, trabajadoras del hogar, y mujeres con situaciones diversas que se ven afectadas por la inequidad. "Todas somos bienvenidas en este banquete", afirmaron con convicción.
Desde la concentración, también surgieron voces que clamaban en defensa de las mujeres que han sufrido: "Nos duele escuchar que la pobreza tiene cara de mujer"; "mujeres que cruzan fronteras porque el sistema económico empobrece a sus naciones"; "mujeres con salarios precarios viviendo con la sombra del hambre y la guerra". "El ecofeminismo es indispensable", insistieron.
Recordaron también a las mujeres que han sido víctimas de violencia en contextos de confianza. "Así es como Dios nos quiere: con voz y voto. Nosotras somos el cambio que esta Iglesia necesita", gritaban con fervor.
El clima lluvioso no detuvo a las manifestantes, quienes corearon: "Agua que hay mucho que limpiar: siglos de machismo y violencia patriarcal”. Los cánticos resonaron, pidiendo una "Iglesia en equidad", "más mujeres en posiciones de liderazgo" y denunciando el abuso de poder que enfrentan.
Finalmente, exhibieron pancartas con rostros y nombres de matriarcas inspiradoras del catolicismo, tales como María de Nazaret, María Magdalena y otras, recordando su legado y reclamando su lugar en la historia de la Iglesia.
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