
Las elecciones presidenciales de Turquía han estado en el centro de la atención política internacional en las últimas semanas. El actual mandatario, Recep Tayyip Erdogan, busca prorrogar su estancia en el poder otros cinco años frente al opositor Kemal Kiliçdaroglu, quien ha intentado arañar votos entre los sectores nacionalistas turcos.
Erdogan lleva dos décadas al frente de la política turca, primero como primer ministro y después como presidente. En las elecciones presidenciales de 2018, se aprobó una modificación de la Constitución para pasar a un sistema presidencial, dejando atrás el parlamentario y eliminando la figura del primer ministro. Bajo este nuevo sistema, una persona puede ser elegida para un segundo mandato y el propio mandatario puede ser reelegido si hay elecciones anticipadas. Erdogan fue elegido en 2014 y logró la reelección en 2018.
Erdogan ha obtenido más de 27,1 millones de votos, lo que supuso el 49,52 por ciento de las papeletas en la primera vuelta. En un momento en el que los sondeos apuntaban a una carrera muy apretada entre ambos candidatos, Erdogan dejó caer la posibilidad de trabajar para enmendar la Constitución y quitar el requisito de hacerse con más de la mitad de los votos para ser declarado vencedor. Este punto podría llegar a ser polémico por varios motivos, dado que la enmienda de 2017 supuso también que Erdogan pudiera presentarse a estas elecciones, algo duramente criticado por la oposición.
La imagen de Erdogan se ha visto dañada durante los últimos años por su tono crecientemente autoritario, respaldado por las amplias mayorías con las que ha contado su formación, el Partido Justicia y Desarrollo. Asimismo, la gestión de las crisis económicas y los terremotos de febrero han desgastado su imagen político. A pesar de esto, las encuestas lo situaban como el favorito. Erdogan ha prometido a los votantes el "siglo de Turquía" en caso de que se imponga en la votación, que coincide con el centenario de la creación de la República de Turquía de manos del fundador Mustafá Kemal Ataturk, un legado del que el país se aleja en los últimos años.
El incremento de los mensajes contra los refugiados llegados huyendo de la guerra en Siria, desencadenada en 2011 por la represión del Ejército a las manifestaciones prodemocráticas al hilo de la 'Primavera Árabe', supone una materialización del discurso nacionalista dominante durante los últimos años, incluido un impulso del panturquismo por parte de Erdogan que ha llevado a sus críticos a acusarle de querer restaurar el Imperio Otomano.
La imagen de Erdogan se ha visto dañada durante los últimos años por su tono más autoritario, algo que ha sido criticado por la oposición y algunos ciudadanos. Erdogan ha recibido el apoyo de Sinan Ogan, quien quedara en tercer lugar en las presidenciales, impulsando sus opciones frente a Kiliçdaroglu. El opositor ha optado por un discurso duro con los refugiados que le permita recabar apoyos entre los partidos nacionalistas y ultraderechistas descontentos con la gestión de Erdogan, al que acusa de no deportar suficientemente rápido a estas personas.
Finalmente, el Consejo Supremo Electoral (YSK) dio 'luz verde' a su candidatura, allanando el camino para que Erdogan pueda luchar por seguir en el cargo. Erdogan ha prometido una 'hoja de ruta' para "el retorno de los refugiados". Erdogan ha prometido a los votantes "el siglo de Turquía" en caso de que se imponga.
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