
En Burkina Faso, un nuevo ataque perpetrado por hombres armados en la región Centro-Este ha dejado un saldo de 18 personas muertas, incluyendo militares y voluntarios. Este hecho es un reflejo del aumento de la inseguridad que el país ha venido experimentando en los últimos años.
Según fuentes militares, los atacantes lograron neutralizar a unos sesenta terroristas y recuperaron armas y ganado. A pesar de estos esfuerzos, cuatro militares y catorce voluntarios perdieron la vida en el operativo.
Los ataques yihadistas han ido en aumento en Burkina Faso durante los últimos años. Tanto la filial de Al Qaeda como el Estado Islámico en la región han sido los responsables de estos actos. Para hacer frente a esta situación, la junta militar liderada por Ibrahim Traoré decretó una movilización general en el mes de abril.
El aumento de los ataques también ha conducido a un aumento en la violencia intercomunitaria y ha dado lugar a grupos de autodefensa. El gobierno ha sumado a los llamados "voluntarios" para reforzar su estrategia de seguridad. A pesar de ello, el deterioro de la seguridad ha provocado una gran cantidad de desplazados internos y refugiados que se han visto obligados a buscar refugio en otros países de la región.
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