
En la jornada de este lunes, una instalación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Rafá, una ciudad situada en el sur de la Franja de Gaza, ha sido blanco de un proyectil explosivo, de acuerdo con el reporte oficial de la organización. Este ataque ha sido categóricamente rechazado por el CICR, que ha subrayado que sus locaciones están debidamente señalizadas y, por tanto, deben ser consideradas como zonas seguras.
Afortunadamente, no se reportaron heridos entre el personal de la organización; sin embargo, el ataque representa un golpe significativo para el trabajo humanitario que lleva a cabo el CICR en la región. La reciente interrupción del alto el fuego ha traído consigo efectos devastadores en el ámbito humanitario, lo que ha llevado a la organización a expresar su profunda preocupación por la situación.
El CICR enfatiza que, según el Derecho Internacional Humanitario, el personal y las instalaciones humanitarias deben ser objeto de una "protección especial" y, por lo tanto, están prohibidos de ser atacados. Además, se hace un llamado a todas las partes en conflicto para que intensifiquen sus esfuerzos en asegurar la seguridad de estos trabajadores y sus infraestructuras.
La intensificación de los ataques ha resultado en la muerte de cientos de civiles y ha creado un clima de caos y miedo entre la población de Gaza. Según el CICR, muchas personas están evacuando sin conocer a ciencia cierta cuáles son los lugares seguros, con un número considerable de ellas sin opciones de refugio ante las órdenes de evacuación. La reanudación de las hostilidades, advierte la organización, ha alimentado un sentimiento de desesperanza que permea a todos los involucrados en este conflicto trágico.
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