EE.UU. impone nuevas restricciones a Irak en la adquisición de electricidad iraní, intensificando la presión sobre Teherán.

El 9 de marzo en Madrid se ha suscitado una nueva controversia en la política internacional, puesto que el Gobierno de Estados Unidos ha decidido no prorrogar la exención que permitía a Irak importar electricidad de Irán. Esta decisión se enmarca dentro de una estrategia más amplia para presionar a Teherán, instándolo a reiniciar las negociaciones sobre su controvertido programa nuclear.
Un portavoz del Departamento de Estado estadounidense ha confirmado esta medida a la agencia kurda-iraquí Rudaw, afirmando que "no se permitirá a Irán ningún alivio económico o financiero". Esta postura se alinea con la política del actual gobierno, que busca endurecer las sanciones aplicadas a Irán y reafirmar su compromiso con una mayor presión sobre el régimen de Teherán.
La exención, que había sido inicialmente proclamada durante la administración del presidente Joe Biden, estaba destinada a expirar este fin de semana, y su predecesor, Donald Trump, había dejado claro desde enero que no tenía intención de renovarla. Este tipo de decisiones se presentan como tácticas de presión diplomática, pero también generan inquietudes sobre el impacto que pueden tener en la infraestructura y bienestar del pueblo iraquí.
En un intento de mitigar las consecuencias de esta drástica medida, el Gobierno estadounidense ha ofrecido alternativas a Irak, sugiriendo que el país podría compensar el déficit energético mediante acuerdos con empresas estadounidenses. Sin embargo, la retórica de Trump también incluye advertencias sobre la posibilidad de recurrir a la acción militar si Irán no se muestra cooperativo en las negociaciones sobre su programa nuclear.
A pesar de estas promesas, Irak enfrenta un dilema crítico, ya que aún depende significativamente de las importaciones de electricidad iraní. Los esfuerzos del país por diversificar su suministro energético no han avanzado lo suficiente: aunque están en marcha proyectos como una nueva planta solar en colaboración con la compañía TotalEnergies de Francia, la dependencia de Irán persiste, complicando su situación política y económica en un contexto regional de gran inestabilidad.
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