El Mar Menor afronta una alarmante situación ecológica, ya que los niveles de clorofila han experimentado un incremento extraordinario, multiplicándose por cinco en comparación con dos años atrás. Esta subida se traduce en cifras que han pasado de un rango de 0,5 a 1 mg/m3 a cifras alarmantes de entre 4 y 5 mg/m3, destacando que en la boya B, ubicada entre las islas del Barón y la Perdiguera, se han registrado picos hasta cinco veces superiores a los valores previos.
En una reciente rueda de prensa, Juan Manuel Ruiz, coordinador del Proyecto Belich del Instituto Español de Oceanografía (IEO), presentó los nuevos datos obtenidos mediante un sistema de monitorización en tiempo real, implementado por el Ministerio para la Transición Ecológica desde principios de 2025. Esta herramienta permitirá un seguimiento más riguroso de la laguna, en un intento por paliar los efectos de la crisis ambiental que atraviesa esta zona.
A partir del 9 de julio, se ha observado un aumento significativo en los niveles de clorofila, lo que ha llevado a las autoridades a manifestar su preocupación. Ruiz indicó que el equipo está en un estado de alerta para evaluar la evolución de esta tendencia, ya que un aumento desmedido podría redundar en una mayor turbidez y, por ende, en una drástica reducción de la luz necesaria para la vida oceánica, deteriorando aún más el frágil ecosistema de la laguna.
Por ahora, no se ha reportado ninguna mortandad de especies marinas, lo que brinda un respiro temporal. Los investigadores realizan sumersiones semanales en la laguna y no se han detectado signos de anomalías en el fondo marino. Sin embargo, Ruiz subraya que si la situación continúa en esta dirección durante las próximas semanas, podríamos enfrentar un proceso de 'hipoxia', una condición peligrosa para la vida marina.
El científico advirtió que no solo se trata de la ola de calor, sino también de la inestabilidad general del sistema, que se ha vuelto extremadamente vulnerable tras el colapso ecológico del Mar Menor. Ruiz instó a la implementación de medidas urgentes que fortalezcan el ecosistema, con el objetivo de restaurar su resiliencia histórica.
Es importante recordar que desde los años 80, se han emitido numerosas alertas sobre el incremento de las temperaturas en esta área, un fenómeno que ha persistido sin tregua. Este incremento en los niveles de clorofila también ha provocado una paralela y preocupante subida en la turbidez del agua, lo que dificulta la penetración de luz, esencial para la fotosíntesis de las plantas acuáticas en el fondo de la laguna.
A pesar de que las temperaturas continúan elevadas, se ha registrado una leve disminución de 1º desde el 10 de julio, en comparación con los picos de hasta 32º alcanzados durante la ola de calor anterior. Asimismo, se observa un aumento suave en los niveles de salinidad, típicos de la temporada, y se mantiene la presencia de oxígeno disuelto, aunque se comienza a advertir una ligera tendencia a la baja en la boya B.
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