
En una conmovedora audiencia celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV hizo un llamado a la compasión y la solidaridad hacia los niños que sufren en medio de conflictos bélicos en Ucrania, Gaza y otras zonas impactadas por la violencia global. Al dirigirse a los alrededor de 35.000 asistentes, el Pontífice resaltó la urgencia de unirse en oración y acción humanitaria para proteger a aquellos más vulnerables.
“Ruego que en sus oraciones y proyectos humanitarios incluyan a los niños de Ucrania y de la Franja de Gaza, así como a otros pequeños afectados por la guerra en diversas partes del mundo. Que todos ellos sean acunados por la protección de María, Reina de la Paz”, imploró el Papa, ofreciendo sus bendiciones desde el corazón, en un momento que evidenció su compromiso con la defensa de los derechos de la infancia.
La aparición del Papa fue especialmente significativa, pues coincidió con el Día del Recuerdo de los Niños de la Guerra en Polonia, un evento que recuerda el sufrimiento de estos pequeños y su valiosa contribución a la reconstrucción del país luego de la Segunda Guerra Mundial. Durante su mensaje a los peregrinos polacos, utilizó la ocasión para subrayar la importancia de recordar el pasado y aprender de él.
En un mensaje que abarcó más que solo el aspecto polaco, León XIV extendió su apoyo y esperanza a los peregrinos de habla árabe, instándolos a mantener viva la fe en el contexto de la doble dificultad que atraviesan en Tierra Santa. “Transformen su angustia en oración ferviente durante estos momentos de incertidumbre; recuerden que Dios siempre escucha a sus hijos”, afirmó, emplazando a la comunidad a perseverar en la esperanza.
En su salutación en español, el Papa no solo convocó a la oración, sino que también instó a la acción concreta, animando a los católicos a llevar a cabo “obras significativas de caridad” que den voz al sufrimiento humano. Su llamado a la acción resonó con fuerza, instando a todos a actuar por el bienestar de aquellos que padecen injusticias.
En su catequesis, León XIV abordó el "grito" de Jesucristo en la cruz, enfatizando que este lamento puede ser un acto espiritual que refleja la necesidad humana. En lugar de ser reprimido, el llanto puede ser visto como una forma suprema de oración, una comunicación sincera con lo divino en la que las palabras ya no son suficientes. “Jesús no muere en silencio, su entrega es un grito que resulta de la dolorosa experiencia, pero también de la fe y la entrega total,” culminó.
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