En Madrid, el 20 de abril, se ha vivido una celebración pascual con un profundo significado de esperanza y paz, marcada por la presencia del Papa Francisco en el balcón de la basílica de San Pedro. En su proclamación del mensaje 'Urbi et Orbi', el Pontífice deseó a todos una buena Pascua, a pesar de su evidente fragilidad, al encontrarse en silla de ruedas durante ceremonias tan significativas.
Sin el uso de cánulas nasales, el Papa se mostró presente y activo en esta emotiva jornada, dirigiendo su bendición a toda la humanidad. Su voz, aunque tenue, resonó con fuerza en sus palabras: "Que el Señor nos bendiga a todos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo", después de que Monseñor Diego Ravelli, maestro de la Ceremonia Pontificia, leyera el mensaje pascual, que incluyó una conmovedora referencia a las naciones en conflicto, entre ellas Ucrania, Israel y Palestina.
Francisco enfatizó que, aunque el mal prevalece en nuestra historia, "ya no tiene poder sobre aquellos que abrazan la gracia de este día". En sus palabras, la Pascua se reafirmó como una celebración de la vida y la esperanza, y aprovechó esta ocasión para instar a los países en guerra a que detuvieran el fuego, liberaran a los rehenes y asistieran a quienes sufren por la falta de alimento, en busca de un futuro en paz.
El Papa expresó su cercanía al sufrimiento de los cristianos en Palestina e Israel, así como de todos los habitantes de ambas naciones. Subrayó la preocupación por el alarmante aumento del antisemitismo a nivel global, una lucha por la dignidad humana que nos afecta a todos. Su mensaje también se extendió a la comunidad cristiana de Gaza, que enfrenta un conflicto devastador, y a los pueblos del Líbano y Siria, clamando por estabilidad en un momento de gran incertidumbre.
El llamado a la paz no se limitó a esta región. Francisco también dirigió sus pensamientos hacia Medio Oriente y Yemen, país asolado por una de las más graves crisis humanitarias. "Invito a todos a buscar soluciones a través de un diálogo constructivo", destacó, subrayando la necesidad urgente de trabajar juntos por un mundo más pacífico.
Un mensaje claro de desarme resuena en su discurso: “La paz no puede alcanzarse sin un auténtico desarme”. El Papa hizo hincapié en que la necesidad de defensa no debe convertirse en una carrera armamentista, instando a derribar las barreras que generan divisiones y tensiones políticas y económicas. La luz de la Pascua debe guiarnos hacia la unidad y la compasión.
Antes de esta significativa bendición, el Papa tuvo un breve encuentro con el vicepresidente estadounidense, JD Vance, en su residencia de Santa Marta, donde continúa su proceso de recuperación. La reunión, que fue calificada como "privada" y duró escasos minutos, proporcionó una oportunidad para que ambos intercambiaran saludos en el contexto de la celebración pascual.
El vicepresidente Vance, en visita oficial a Italia, tuvo la oportunidad de reunirse previamente con el cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, en la Secretaría de Estado, acompañado por el arzobispo Paul Richard Gallagher, Secretario para Relaciones con Estados y Organismos Internacionales, lo que refleja el interés por el diálogo y la colaboración en asuntos globales entre ambos países.
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