En un reciente desarrollo en Gaza, el Ejército israelí ha ejecutado un ataque aéreo que ha destruido la torre residencial Ghefari, uno de los edificios más altos de la ciudad. Esta acción se justifica por las autoridades israelíes bajo el argumento de que el lugar albergaba "infraestructura terrorista" vinculada al Movimiento de Resistencia Islámica, conocido como Hamás.

Las Fuerzas de Defensa de Israel afirmaron en un comunicado que el edificio albergaba equipos destinados a la recopilación de inteligencia y puntos de observación que, según ellos, facilitaban el monitoreo de las actividades de las tropas israelíes y planeaban ataques contra el Estado. Esta justificación ha sido parte de una narrativa más amplia que enmarca sus operaciones como necesarias para la seguridad nacional.

Las autoridades militares israelíes insistieron en que han tomado "todas las precauciones" posibles para mitigar el impacto en la población civil, lo que incluye la emisión de un aviso de evacuación previo al ataque, el uso de "armas de precisión" y la obtención de "inteligencia adicional". Sin embargo, estas afirmaciones han sido objeto de escepticismo por parte de organizaciones de derechos humanos.

Antes del ataque, Avichai Adraee, portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel en árabe, instó a los residentes a abandonar la zona de inmediato y dirigirse a un área humanitaria designada en Al Mawasi, argumentando que el ataque era "inminente". Esta exhortación se ha visto enmarcada en la creciente tensión y el temor de la población civil que enfrenta la escalada del conflicto.

Los medios de comunicación palestinos difundieron imágenes del bombardeo, mostrando el violento colapso del edificio, un acto que agrava la situación humanitaria en Gaza. Este ataque se suma a una serie de otros incidentes recientes, como el que dejó tres víctimas mortales en Tel al Haua, un área donde se había establecido un campamento de refugiados.

Desde el inicio de la ofensiva israelí tras los eventos del 7 de octubre de 2023, el Ejército ha llevado a cabo múltiples ataques en Gaza, dirigidos a lo que identifican como infraestructuras que suponen una amenaza. Sin embargo, el número de civiles palestinos fallecidos en este contexto ha superado ya las 64.900 personas, lo que plantea serias preguntas sobre las consecuencias humanitarias de estas operaciones militares.