La Cluster Munition Coalition (CMC) revela que en 2024, todos los registros de víctimas por el uso de municiones de racimo corresponden a civiles, lo que subraya la devastadora realidad de estas armas indiscriminadas.
Ante esta alarmante situación, Human Rights Watch (HRW) insta a los gobiernos del mundo a "actuar de inmediato" para "reforzar el estigma" asociado al uso de este tipo de armamento, que causa estragos en las poblaciones más vulnerables.
MADRID, 15 de septiembre. En un nuevo informe presentado hoy, la CMC ha declarado que Ucrania se posiciona nuevamente como el país más afectado por las municiones de racimo, acumulando 208 víctimas en 2024 como resultado de la invasión rusa que comenzó en febrero de 2022. Este dato resalta el impacto continuo de este conflicto en la población civil.
El documento titulado 'Cluster Munition Monitor 2025' señala un total de 314 muertes o heridas en todo el mundo debido a estas armas en 2024, aunque la CMC advierte que la cifra real seguramente es mucho más alta, ya que muchos incidentes no son reportados oficialmente.
A lo largo del conflicto en Ucrania, se han registrado 1.231 víctimas desde 2022, pero el informe también destaca que alrededor de 40 ataques con municiones de racimo no cuentan con víctimas documentadas, lo que podría implicar que la realidad es aún más grave.
El informe aclara que tanto Ucrania como Rusia han utilizado estas municiones en 2024, aunque no se han verificado ataques ucranianos en territorio ruso. Rusia, por su parte, ha denunciado más de 110 bajas civiles en estos incidentes, pero carece de confirmación externa independiente.
La utilización de municiones de racimo no se limita a Europa. En Birmania y Siria, el informe también documenta su uso, con un caso reciente en Paingyak, Birmania, donde el Ejército atacó una escuela. En Siria, las fuerzas armadas han usado estas municiones de manera extensiva desde 2012.
Notablemente, el informe sostiene que desde la adopción de la Convención sobre Municiones de Racimo en 2008, no se han registrado nuevos casos de uso por parte de Estados firmantes, aunque existen preocupaciones respecto a los 17 países que aún producen este tipo de armamento, como Estados Unidos y Rusia.
El análisis también revela que Irán, Birmania, Corea del Norte y Corea del Sur han mantenido su producción de estas municiones, con reportes específicos de su uso en Ucrania, aunque la procedencia de las municiones lanzadas en ese contexto no está clara.
Además, Estados Unidos ha anunciado el envío de varios cargamentos de municiones de racimo a Ucrania durante el último año, lo que plantea interrogantes sobre la responsabilidad de las transferencias internacionales en el contexto del conflicto.
Del total de víctimas registradas en 2024, 257 resultaron de ataques directos con municiones de racimo, mientras que 57 fueron causadas por explosiones de restos no detonados. Es relevante señalar que todas las víctimas documentadas eran civiles, lo que pone de manifiesto la desproporcionada afectación a la población no combatiente.
El informe también advierte sobre el alto riesgo que enfrentan los niños, quienes constituyen el 42% de las víctimas debido a los restos de estas armas, especialmente las submuniciones.
29 países y áreas están actualmente contaminados por municiones de racimo, entre ellos varios Estados que son parte de la convención, así como países que no lo son, como Birmania, que ha sido recientemente añadida a la lista.
Las municiones de racimo se disparan desde diversas plataformas y, al explotar, dispersan múltiples submuniciones en grandes áreas, creando riesgos duraderos para las comunidades, incluso muchos años después de los conflictos.
Mark Hiznay, director asociado de crisis y conflictos en HRW, enfatiza que "civiles de todo el mundo siguen sufriendo y perdiendo la vida a causa de municiones de racimo, algunas de las cuales fueron empleadas hace décadas."
Hiznay también hace un llamado a los miembros de la Convención sobre Municiones de Racimo para que cumplan con el tratado y exhorten a otros gobiernos a poner fin de manera inmediata a la utilización de estas armas. Indica que en los últimos años se ha progresado en la reducción del sufrimiento derivado de su uso, pero que aún hay mucho por hacer.
Los gobiernos, según Hiznay, deben tomar medidas efectivas para reforzar el estigma contra las municiones de racimo y condenar su uso continuado. Hasta ahora, todos los países firmantes de la convención han destruido sus arsenales de estas armas, sumando un total de 1,49 millones de municiones y 179 millones de submuniciones eliminadas.
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