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Hasta 20 millones de personas en el Mediterráneo podrían verse obligadas a abandonar sus hogares por el incremento del nivel del mar para 2100.

Hasta 20 millones de personas en el Mediterráneo podrían verse obligadas a abandonar sus hogares por el incremento del nivel del mar para 2100.

El cambio climático se perfila como una amenaza seria para la vibrante vida del Mediterráneo, donde sectores cruciales como el turismo de playa, la agricultura, la acuicultura y la pesca enfrentarán "graves riesgos" en el futuro cercano. La situación es alarmante y requiere atención inmediata.

El 18 de noviembre, en Madrid, se dio a conocer un informe de los Expertos del Mediterráneo en Clima y Cambio Medioambiental (MedECC), que advierte que, si no se implementan medidas efectivas, hasta 20 millones de personas podrían verse obligadas a abandonar las áreas costeras del Mediterráneo debido al aumento del nivel del mar proyectado para el año 2100. Las infraestructuras esenciales, como las redes de transporte y los sitios de patrimonio cultural, también están bajo amenaza.

Los hallazgos del informe son contundentes: el índice de ascenso del nivel del mar en el Mediterráneo es de 2,8 milímetros, el doble de la media observada durante el siglo XX. Las proyecciones indican que hacia finales de este siglo, el nivel del océano podría aumentar hasta un metro, intensificando así el riesgo de inundaciones relacionadas con tormentas y provocando inundaciones permanentes en diversas localidades costeras.

Los expertos que contribuyeron a este estudio, 55 en total de 17 naciones, encabezados por la profesora María Carmen Llasat de la Universidad de Barcelona, han expresado su preocupación por el aumento de las temperaturas en la superficie del Mediterráneo, que se prevé que sobrepasará el promedio global. Observan una tendencia preocupante hacia un aumento en la frecuencia e intensidad de temperaturas extremas, y una posible disminución de precipitaciones, que dependerá de los esfuerzos futuros para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Además, han alertado sobre un punto crítico: si las temperaturas alcanzan un incremento de 3ºC, se llegará al límite de adaptación de los numerosos ecosistemas que habitan la región, provocando una degradación significativa del entorno y complicando la gestión de recursos hídricos, ya de por sí en crisis. Esta problemática se ve agravada por el hecho de que el Mediterráneo es uno de los destinos turísticos más populares del mundo, lo que añade presión a un sistema ya frágil.

Las proyecciones de futuros eventos climáticos son igualmente desalentadoras; se prevé que las olas de calor marinas se vuelvan más frecuentes. Estas olas han contribuido al aumento de las emisiones de carbono y han facilitado la incursión de especies tropicales invasoras, al tiempo que han causado mortales episodios que han afectado a diversas formas de vida marina, incluyendo corales, moluscos y briozoos.

Por si fuera poco, el Mediterráneo se encuentra entre las regiones más contaminadas por plásticos del mundo. Se estima que los plásticos representan hasta el 82% de la basura visible en el entorno marino, y más del 50% de la basura en el fondo del mar. Si la producción de plástico continúa creciendo a un 4% anual, los científicos advierten que los vertidos de plásticos al mar se duplicarán para el año 2040.

En resumen, el informe resalta cómo el cambio climático constituirá un desafío "grave" para sectores vitales como el turismo, la agricultura y la pesca en la región mediterránea. También se anticipa que los riesgos de escasez de agua se incrementarán, poniendo en jaque la seguridad alimentaria y los medios de vida de millones de personas.

Los investigadores son categóricos: las medidas adoptadas hasta ahora para abordar los problemas ambientales y adaptarse al cambio climático son insuficientes para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin acciones transformadoras que abarquen todos los sectores y escalas, los riesgos asociados al cambio climático continuarán escalando.

Por último, han subrayado que la eficacia de las estrategias de conservación estará intrínsecamente vinculada al éxito en la mitigación del cambio climático. A medida que la temperatura global siga en aumento, los márgenes de acción se volverán cada vez más limitados, acentuando la urgencia de una respuesta colectiva y decidida ante esta crisis global.