El Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán ha expresado su firme rechazo ante la reciente designación de los rebeldes hutíes de Yemen como "organización terrorista extranjera" por parte de la nueva administración estadounidense, encabezada por Donald Trump. Según fuentes del Gobierno iraní, esta decisión se revela como "una medida destinada a justificar sanciones inhumanas contra el pueblo yemení", subrayando la urgencia de abordar la situación humanitaria en la región.

El portavoz del Ministerio, Esmaeil Baqaei, ha calificado estas acciones de completamente "infundadas e injustificadas", alegando que contravienen el Derecho Internacional. En sus declaraciones, también hizo hincapié en la "honorable solidaridad del pueblo yemení con los palestinos sometidos a opresión en su lucha contra la ocupación y el genocidio llevado a cabo por el régimen sionista", aludiendo directamente a Israel en este contexto de injusticias asociadas a conflictos regionales.

Teherán percibe que la decisión tomada por el Departamento de Estado estadounidense respecto a los hutíes representa una "continuación de la complicidad" que caracterizó a la administración anterior, la cual, durante 15 meses, fue acusada de fomentar "la masacre y el genocidio de palestinos en la Franja de Gaza". Este patrón de apoyo a acciones en contra de comunidades oprimidas despierta inquietud en el ámbito de las relaciones internacionales y el respeto al derecho humanitario.

En este sentido, Baqaei enfatizó que tales acciones unilaterales y arbitrarias "sólo contribuyen a erosionar el estado de derecho en el ámbito internacional", y que plantean serias amenazas para la paz y estabilidad de la región. Estas afirmaciones fueron comunicadas a través de un comunicado oficial emitido por el Ministerio iraní.

Por otro lado, los propios hutíes han respondido a esta designación mediante su viceportavoz, Naserladín Amer, quien refirió que tal etiqueta es "un gran honor". En un tono irónico, comentó que "hubiera sido más peligroso ser incluido en su lista de amigos", y agregó que "Dios no quiera ser amigo de Estados Unidos, el país más criminal del mundo". Esta respuesta resalta una percepción de resistencia y desprecio hacia la influencia estadounidense en la región.

En contraste, Rashad al Alimi, presidente del Consejo de Liderazgo Presidencial de Yemen, ha expresado su gratitud hacia Trump, calificando esta decisión como "histórica" y esencial para alcanzar la rendición de cuentas en el país. En sus declaraciones, también subrayó que esta acción es "fundamental para lograr la paz y la estabilidad en Yemen y la región". Ha señalado que los yemeníes han esperado la justicia durante demasiado tiempo, especialmente aquellos que han sufrido mucho a causa del conflicto.

El Gobierno yemení, reconocido internacionalmente, reafirmó su disposición a colaborar con la Administración estadounidense y la comunidad internacional para aplicar esta designación y facilitar el flujo de ayuda humanitaria hacia Yemen. Sin embargo, también advirtieron sobre la necesidad urgente de un enfoque colectivo global para apoyar al Gobierno y la pronta implementación de las resoluciones de legitimidad internacional, para avanzar hacia la recuperación y la paz.

En una orden ejecutiva, Trump mencionaba que los hutíes reciben apoyo de la Guardia Revolucionaria de Irán y que han atacado numerosos buques de guerra estadounidenses en el transcurso de este año, además de muchos barcos comerciales que navegan hacia el mar Rojo. También se les acusa de lanzar ataques contra infraestructuras civiles en Yemen y de dirigir más de 300 proyectiles hacia Israel.

Desde 2015, los hutíes han mantenido el control sobre Saná y otras regiones del norte y noroeste de Yemen y, en respuesta al aumento de las hostilidades en la Franja de Gaza, han intensificado ataques tanto contra territorio israelí como contra barcos con presuntas conexiones a Israel. Estas acciones reflejan la complejidad de un conflicto que se entrelaza con las tensiones regionales y las dinámicas geopolíticas en curso.