La Compañía Nacional de Danza destaca cómo la danza transforma positivamente la vida de quienes padecen párkinson en su Día Mundial.
En Madrid, el 11 de abril se conmemora el Día Mundial del Parkinson con una iniciativa notable por parte de la Compañía Nacional de Danza (CND). Con el propósito de destacar el "impacto positivo" que la danza puede tener en la vida de quienes enfrentan esta enfermedad, se ha organizado una mesa redonda que reúne a diversos sectores de la sociedad.
Bajo la dirección de la nueva líder de la CND, Muriel Romero, este evento ha sido concebido en colaboración con la Asociación de Profesionales de la Danza en la Comunidad de Madrid. La mesa redonda ha congregado a profesionales del ámbito médico, así como a bailarines y personas afectadas por el Parkinson, fomentando un diálogo enriquecedor sobre las intersecciones entre estos campos.
El programa 'Danza para el Parkinson' se integra en la red internacional conocida como 'Dance for PD', que comenzó su andadura hace más de dos décadas en Brooklyn, EE.UU. En la actualidad, esta pasión por el movimiento y la expresión se ha extendido a más de 300 comunidades en 80 países, brindando una nueva perspectiva de vida a aquellos que luchan contra los efectos de esta enfermedad.
Entre los participantes del encuentro se encontraban destacadas neurólogas como Mónica Kurtis y Cristina Prieto, junto a expertas en danza enfocada en personas con Parkinson, como Concha Mora e Inma Salomón, esta última, una reconocida primera bailarina del Ballet Nacional de España. También asistieron César Casares, presidente de la Asociación de Profesionales de la Danza, así como miembros de la CND, incluyendo a Aida Pérez, coordinadora del programa social, y Luis Gadea, fisioterapeuta y académico del CSDMA.
Esta jornada ha sido un espacio para la reflexión y la colaboración intersectorial, resaltando cómo la danza puede influir positivamente en los aspectos físicos, emocionales y sociales de personas con Parkinson, quienes compartieron valiosas vivencias y testimonios.
Desde la CND se enfatiza que, aunque la danza no es un tratamiento médico per se, estas actividades danzadas comunitarias se han revelado como "una herramienta valiosa para mejorar el bienestar y empoderar a quienes conviven con esta enfermedad", ofreciendo una nueva vía de esperanza y conexión para los afectados.
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