
BRUSELAS, 6 de abril.
Este lunes, los ministros de Comercio de la Unión Europea se reunirán para establecer las "directrices políticas" que guiarán la respuesta del Ejecutivo de Ursula von der Leyen ante la escalada de tarifas impuesta por el presidente estadounidense, Donald Trump. Aunque hay diferencias internas sobre la estrategia a seguir, los 27 miembros muestran una intención de presentar un frente unido frente a esta situación compleja.
La reunión, que originalmente estaba programada para mayo, se ha adelantado por razones de urgencia, dado el consenso entre los Estados miembros de que no podían permitir que la situación se deteriorara más. Esto incluye discusiones no solo sobre las relaciones con la Administración Trump, sino también sobre las tensiones comerciales con China —un tema que se ha vuelto esencial en las dinámicas globales actuales.
La primera acción que se espera es la presentación de una lista de productos que serán sujetos a aranceles europeos, un paso que el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, tiene previsto para este miércoles. Si todo avanza según lo planeado, los nuevos aranceles entrarían en vigor el 15 de abril. Bruselas, como entidad competente en comercio, puede avanzar con esta lista, a menos que una mayoría considerable de Estados miembros decida bloquearla, lo que requiere al menos 15 países que representen más del 65% de la población europea.
Si se cumple este cronograma, la primera fase de represalias podría generar un impacto de 8,000 millones de euros, calculado según una lista utilizada en crisis anteriores. Un segundo bloque de contramedidas, con un potencial de recaudación de hasta 18,000 millones, no podrá implementarse hasta el 15 de mayo, siguiendo las regulaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Estudios preliminares indican que las represalias están diseñadas para afectar a sectores estadounidenses que puedan resultar más vulnerables, enfocándose en marcas icónicas como Harley-Davidson y Levi's, así como en producciones ubicadas en estados de mayoría republicana, donde la UE podría encontrar alternativas más fácilmente y así reducir el impacto en sus propias economías.
Funcionarios europeos han comentado que, aunque valoran la soja estadounidense, también tienen la opción de importarla de Brasil, evidenciando una intención de diversificar sus lazos comerciales y fortalecer relaciones con socios más confiables. Esto incluye acelerar la ratificación de acuerdos como el de Mercosur y explorar un tratado de libre comercio con India para finales de año.
La Unión Europea se esfuerza por equilibrar una respuesta "firme" ante las nuevas tarifas del 25% sobre acero y aluminio, junto con el deseo de mantener líneas de diálogo abiertas con Washington. Esto es crucial para evitar una escalada de tensión, especialmente considerando la amenaza de un 20% de aranceles sobre todas las importaciones europeas y un 25% adicional sobre automóviles y sus componentes.
Apenas hace unos días, Trump anunció que estaba considerando más impuestos sectoriales que podrían repercutir en industrias como la farmacéutica y la de semiconductores. Bruselas está estudiando minuciosamente las implicaciones de esta medida, y aún no se prevén decisiones inmediatas al respecto, dado que se está evaluando el posible daño que podría ocasionar.
Según los cálculos iniciales de la UE, estos aranceles podrían impactar el 70% de sus exportaciones a Estados Unidos, equivalentes a 370,000 millones de euros, lo que favorecería a las arcas fiscales estadounidenses con la posibilidad de recaudar hasta 81,000 millones anuales, en comparación con los actuales 7,000 millones. Sin embargo, expertos europeos advierten que este escenario es incierto y dependerá de cómo se mantengan las exportaciones bajo estas nuevas restricciones.
A pesar del enfoque en alcanzar un acuerdo con Estados Unidos, el bloque reconoce que la situación no se resolverá de inmediato y que las represalias podrían ser un proceso prolongado, tomando meses para implementarse. Sin embargo, los líderes europeos están decididos a considerar todas las opciones disponibles.
Una alta diplomática europea dejó claro que no se contempla un escenario donde Trump decida suspender los aranceles, lo cual cierra las puertas a un acuerdo similar al logrado con Canadá o México. No obstante, la UE enfatiza que no busca represalias como un acto punitivo, sino como una herramienta para evitar que la situación se deteriore aún más y para facilitar futuras negociaciones.
En este contexto, se estudia la posibilidad de activar un mecanismo anticoerción que permitiría imponer sanciones a países que utilicen presión económica para afectar intereses europeos. Este mecanismo, que es considerado como el último recurso luego de fracasadas las negociaciones, podría incluir restricciones en importaciones y exportaciones, así como limitaciones en derechos de propiedad intelectual y acceso a inversión extranjera.
La UE también podría evaluar cerrar algunos sectores del mercado comunitario a empresas específicas, limitando su acceso a contratos públicos o introduciendo regulaciones más estrictas en los productos que se comercialicen, adaptándose a normativas químicas y sanitarias.
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