El reciente evento del Orgullo en Budapest ha desatado una feroz reacción por parte del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán. El mandatario ha calificado de “repulsivos” los acontecimientos que tuvieron lugar el sábado, acusando a la marcha de ser un producto de las “órdenes” de Bruselas, respaldado además por una oposición que considera apenas una marioneta.

Orbán no escatimó en palabras al describir lo que presenció durante la celebración. En sus redes sociales, consideró que las exhibiciones, que incluían desde actuaciones de drag queens hasta hombres en tacones altos, son una manifestación de “vergüenza” en lugar de orgullo, lo que pone en evidencia, según él, un grave deterioro en los valores de la sociedad.

El primer ministro húngaro enfatizó su postura al afirmar que “estamos luchando por la verdad” y “contra las mentiras”. Un mensaje claro que resuena en su visión de un país donde las políticas públicas deben alinearse con lo que él define como la soberanía nacional.

A su juicio, los eventos del sábado son un espejo de lo que podría llegar a suceder en Hungría si no existiera un gobierno “firme” que se encargue de proteger los intereses del pueblo. Orbán advirtió sobre los riesgos que esta situación podría acarrear en áreas críticas como la inmigración, los servicios públicos y las relaciones con Ucrania, reiterando que no permitirá que otros tomen el control del país.

Para reforzar su argumento, el mandatario citó el sostenido apoyo de 3,7 millones de votantes que se manifestaron a favor del referéndum sobre cuestiones de género en 2022, sugiriendo que ninguna manifestación pública puede igualar esa cifra y que el respaldo a su partido, Fidesz, en las últimas elecciones, que alcanzó el 49% de los votos, es un claro indicativo de la opinión de la mayoría.