En un nuevo capítulo de su retórica polarizadora, Donald Trump ha instado a los estadounidenses a desviar su atención del presidente ruso, Vladimir Putin, y centrarse en lo que él describe como una amenaza interna: la figura de los inmigrantes, a quienes acusa de ser responsables de actos violentos. En sus declaraciones, que se propagaron a través de su plataforma social TruthSocial, Trump enfatizó que la preocupación debe enfocarse más en los extranjeros criminales que en los líderes internacionales.

El ex presidente lanzó una advertencia clara: "¡No acabemos como Europa!", un comentario que resuena con su narrativa de proteger a Estados Unidos de lo que él considera una invasión de inmigrantes. En lo que parece una estrategia para capitalizar temores populistas, afirmó que la atención a los verdaderos problemas en la frontera debe ser prioritaria, insinuando que las políticas de inmigración liberales han llevado a un aumento en el crimen.

Trump, intentando contrastar su administración con la del actual presidente, Joe Biden, se atribuyó el mérito de haber dado con un descenso en la cantidad de inmigrantes indocumentados, reportando un total de 8.326 intentos de cruce irregular en febrero, cifra que él considera prueba del éxito de sus políticas. Para él, esto marca un hito en lo que describe como el fin de una "invasión" que ha caracterizado su narrativa desde su primer mandato.

A pesar de sus afirmaciones, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos indicó que desde la asunción de Trump, alrededor de 20.000 inmigrantes irregulares han sido detenidos en el país, un punto que podría poner en tela de juicio su versión de los hechos. Las cifras de detenciones sugieren un panorama más complejo, donde el desafío de la inmigración no se reduce a una simple cuestión de seguridad, sino que abarca temas de derechos humanos y políticas migratorias que siguen siendo objeto de debate en la nación.