En la madrugada del 13 de junio, el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, realizó una declaración que marca un hito en la política exterior estadounidense, al distanciarse de los recientes ataques del Ejército israelí dirigidos a lo que se alega son instalaciones nucleares en Irán. Según Rubio, estas acciones son una "iniciativa unilateral" de Israel, aunque agregó que el gobierno israelí comunicó que dicha operación era “imperativa” para su seguridad nacional.

Rubio enfatizó que Estados Unidos no está involucrado en los ataques, asegurando que proteger a las fuerzas estadounidenses en el área sigue siendo la prioridad principal del gobierno de Trump. En su declaración, resaltó que “Israel ha considerado esta acción como esencial para su autodefensa” y reafirmó el compromiso de mantener una excelente comunicación con sus aliados en la región.

El mensaje del diplomático estadounidense también incluyó una advertencia dirigida a Irán, instando al régimen a no atacar los intereses o personal de EE. UU. “Es fundamental que Irán entienda que no se le permitirá atacar a nuestros ciudadanos”, expresó Rubio, clarificando la postura de su país en un contexto de tensión creciente.

Los ataques israelíes, que han sido descritos como una medida preventiva, se han llevado a cabo en varias localizaciones de Irán, incluyendo su capital. Esta escalada en las hostilidades ocurre en un momento delicado, justo antes de una surge de diálogos entre las delegaciones de Irán y Estados Unidos que están programados para celebrarse en Mascate, Omán, donde se discutirán las inquietudes sobre el programa nuclear iraní.

El presidente Trump, en una intervención previa a los ataques, insinuó la posibilidad de acciones más contundentes, afirmando que la situación es sencilla: “Irán no puede poseer armas nucleares”. Estas declaraciones subrayan la creciente preocupación en Washington sobre el armamento nuclear en manos del régimen iraní y se enmarcan dentro de un escenario internacional cada vez más complejo.