
En un giro inesperado en la política rumana, el primer ministro Marcel Ciolacu ha presentado su renuncia, un movimiento que llega tras la decepcionante actuación de su candidato en las recientes elecciones presidenciales. Crin Antonescu, el representante de la coalición gobernante, no logró obtener los votos necesarios para avanzar a la segunda vuelta, lo que ha desencadenado una crisis de legitimidad en el actual gobierno.
Durante una conferencia de prensa, Ciolacu manifestó que la situación obliga a su partido a retirarse de la coalición, sugiriendo que su dimisión es un acto inevitable. El líder del Partido Socialdemócrata (PSD) argumentó que la alianza con el Partido Nacional Liberal (PNL) y la minoría húngara ha perdido su validez ante el electorado.
En un cambio sorprendente de estrategia, Ciolacu anunció que el PSD no apoyará a ningún candidato en la segunda vuelta, programada para el próximo 18 de mayo. Esta decisión deja a los militantes en la libertad de decidir su voto, apelando a su conciencia personal y a sus convicciones individuales.
El primer ministro subrayó la importancia de que el futuro presidente, quien se elija en función de las mayorías parlamentarias, tendrá la responsabilidad de designar al próximo primer ministro, asegurando que las dinámicas de poder están en constantes cambios. Su anuncio se produjo tras una reunión celebrada en Bucarest con miembros de su partido.
El panorama electoral se complica aún más tras la actuación del candidato de la coalición, quien, a pesar de presentarse como independiente, solo consiguió un 20,18 por ciento de los votos. En contraposición, George Simion, del partido ultraderechista Alianza por la Unión de los Rumanos (AUR), arrasó con un 40,79 por ciento, junto con Niusor Dan, un independiente proeuropeo que logró un 20,97 por ciento.
El ex primer ministro Victor Ponta y la candidata de Unión Salvar Rumanía, Elena Lasconi, quedaron atrás con un 13,13 y un 2,68 por ciento, respectivamente. El resultado de la elección refleja un descontento creciente entre los rumanos, quienes también enfrentan los ecos de una crisis política que ha ido acumulándose en los últimos años y que culmina en esta serie de eventos.
El descontento popular se intensifica en medio de un contexto tumultuoso. El Tribunal Constitucional decidió a finales de 2024 anular la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales previas, donde el candidato Calin Georgescu, señalado por irregularidades en su financiamiento, quedó fuera de esta repetición electoral. Así, el ascenso de figuras de la ultraderecha, como George Simion, se vuelve un fenómeno cada vez más preocupante en la política rumana.
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