Los países del Sur global, a pesar de albergar al 79% de la población mundial, solo poseen el 31% de la riqueza mundial, reveló un informe de Oxfam Intermón. Esta disparidad alarmante ha sido resaltada en el marco de las sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde la ONG advirtió que el 1% más rico del planeta acumula más riqueza que el 95% restante de la población mundial.

En el análisis se destaca que la influencia de los milmillonarios en la economía global ha aumentado significativamente, con más de un tercio de las 50 mayores empresas del mundo teniendo a un milmillonario como director ejecutivo o accionista principal. La capitalización bursátil total de estas empresas alcanza los 13,3 billones de dólares, lo que evidencia la concentración de poder en manos de los ultrarricos.

Oxfam alerta sobre la "era de la oligarquía global", donde los desafíos como la crisis climática y la persistente desigualdad son amenazados por la concentración de poder en los ultrarricos y las megaempresas. Esta concentración de riqueza alimenta la desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos, confirmándose que, a pesar de representar la mayoría de la población mundial, los países del Sur global tienen una pequeña parte de la riqueza global.

"La sombra de la oligarquía mundial se extiende sobre la Asamblea General de las Naciones Unidas. Los milmillonarios y las megaempresas que controlan están moldeando las reglas del juego a su favor, en detrimento del resto de la población. Las Naciones Unidas están perdiendo terreno ante el poder creciente de los ultrarricos", expresó el director de Oxfam Intermón, Franc Cortada.

El informe resalta que el 1% más rico posee el 43% de todos los activos financieros globales y que dos multinacionales son dueñas del 40% del mercado mundial de semillas. Además, las tres mayores gestoras de fondos estadounidenses controlan 20 billones de dólares en activos, casi una quinta parte de todos los activos de inversión en el mundo.

Oxfam insta a la acción multilateral para impulsar un nuevo marco de fiscalidad internacional, la cancelación de la deuda pública y nuevas leyes de propiedad intelectual ante futuras pandemias. Se enfatiza en la necesidad de un multilateralismo basado en la equidad y justicia para contrarrestar el poder creciente de la oligarquía global, con líderes mundiales siendo llamados a intensificar sus esfuerzos contra la desigualdad.