En un trágico giro de los acontecimientos, la provincia de Sourou, ubicada en el norte de Burkina Faso, ha sido el escenario de tres masacres que han dejado a más de 200 víctimas mortales, según informes de los residentes locales. Estos ataques, ocurridos el pasado jueves, surgen en un contexto de intensa actividad de grupos terroristas, como el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), que se alinea con Al Qaeda en la región del Sahel.

Las comunidades de Di, Guiedougou y Lanfiera fueron los blancos de la violencia durante una operación de reclutamiento de los llamados Voluntarios para la Defensa de la Patria, un grupo armado conformado principalmente por jóvenes y que opera bajo la dirección del capitán Ibrahim Traoré, quien lidera el gobierno militar que tomó el poder tras un golpe de estado.

Sobrevivientes del horror vivido han informado que, además de las pérdidas humanas, decenas de personas han sido secuestradas. Estas localidades habían mantenido un acuerdo tácito de no agresión con los grupos terroristas, un pacto que se ha visto quebrantado en el marco de la nueva ofensiva militar conocida como "Operación Torbellino".

Los habitantes de la región, alarmados por los recientes acontecimientos, han solicitado que las fuerzas armadas permanezcan en sus comunidades por más tiempo, temerosos de posibles represalias a pesar de que la mencionada operación había logrado hacer retroceder a los grupos armados hacia la frontera con Malí.

Por el momento, ni las autoridades militares de Burkina Faso ni ningún grupo relevante se han pronunciado sobre estos devastadores sucesos, dejando a la población local en un estado de incertidumbre y temor ante el futuro.